miércoles, 29 de diciembre de 2010

La violencia de género en la familia tradicional

Recientemente hemos oído que el obispo de Alcalá de Henares, en nombre de la Conferencia Episcopal ha declarado que la mayoría de los casos de violencia de género se da en las parejas en proceso de separación o divorcio. Estas declaraciones han desatado las críticas de varios sectores políticos que no ven ninguna relación entre la violencia doméstica y un matrimonio canónicamente establecido. Dichas así las palabras del obispo parece que incitan a soportar todo tipo de vejaciones para evitar que tu pareja te maltrate.
Este tema es muy delicado y hay que tener mucho cuidado cómo se dicen las cosas y también cómo se interpretan.
Su intención es hacer una defensa de la familia tradicional como modelo de familia ideal para la sociedad frente a las "parejas de hecho o personas que viven de forma inestable", y en la que hay menos violencia al haber más estabilidad.
Por otro lado el obispo también declaraba la importancia para los niños y para la sociedad en general de tener un padre y una madre que le aporten seguridad para afrontar la vida, que muchas veces no tienen con el alto número de divorcios.
Está claro que en las rupturas matrimoniales quienes más pierden son los niños y que los padres muchas veces no los tienen en cuenta a la hora de tomar esta decisión. Pero una vez que el matrimonio está roto y ninguno de los padres piensa poner de su parte para arreglarlo no tiene sentido mantenerlo por los hijos o por evitar que tu pareja te maltrate.
Yo creo que la familia constituida por dos personas que se quieren son la base para educar a los niños de hoy que serán los hombres del futuro en la sociedad pero no a cualquier precio, porque tan perjudicial es para un niño ver a sus padres discutiendo todo el día que verlos divorciados o ver cómo su padre maltrata a su madre o incluso a él.
Nuestras madres, que vivieron en una época en la que el divorcio no era tan usual como ahora, suelen decir a sus hijos: "Es que los jóvenes de hoy en día no aguantáis nada". Antes las mujeres no sabían que tenían tantos derechos como el hombre y soportaban muchas humillaciones que hoy nos parecen inaceptables. Hoy en día nos hemos vuelto más egoístas y cuando unimos nuestra vida a la de otra persona no estamos dispuestos a renunciar a nada, ni siquiera a la infidelidad, en favor de la familia, sencillamente porque sólo tenemos conciencia de nuestra realización personal, no tenemos el objetivo de crear algo común donde todos nos sintamos a gusto y busquemos lo mejor para todos.
La Iglesia puede aportar mucho promoviendo valores dentro de la familia que nos hagan más generosos, comprensivos, tolerantes y pacientes para evitar que esta se rompa y haya tantos divorcios. También creo que en el caso de que se rompa debería tender una mano, como haría Jesús, a la persona víctima de maltrato doméstico, aunque no esté casada por la Iglesia o ni siquiera tenga pareja estable, o a la persona que se siente sola o deprimida porque se acaba de divorciar o a los niños o jóvenes que sufren estas situaciones familiares difíciles y sobre todo, educarles para que no se conviertan en futuros maltratadores o víctimas de fracasos matrimoniales.

jueves, 23 de diciembre de 2010

EL SENTIDO DE LA NAVIDAD

En Navidad celebramos que Dios se hizo hombre, y que, como habían anunciado los profetas, se llamaría Enmanuel, que significa Dios con nosotros.
Ya Dios no es un Dios lejano, sino que se pone a nuestra altura y se acerca a nuestra condición de seres frágiles y débiles. Ya no estamos solos. Con el nacimiento de Jesús Dios está con nosotros, en las enseñanzas que Él nos dejó en su paso por este mundo, en los que siguen sus pasos hoy y más cerca de lo que pensamos, en la gente que nos rodea cada día.
Jesús nace para todos: los que creen en Él y le siguen, los que sólo creen en Él, y hasta para los ateos, porque todos lo necesitamos aunque no lo sepamos. Él es la plenitud y la felicidad que todos buscamos aunque no siempre las busquemos en el lugar apropiado.
Esto es la Buena Noticia que celebramos estos días pero que pueden llenar de felicidad nuestras vidas todos los días del año sólo con ser conscientes de que Dios está con nosotros en la figura de Jesús.
Muchas felicidades a todos y gracias por ser seguidores de mi Blog.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La Iglesia, los jóvenes y Jesucristo

El lunes pasado leí una carta al director en el Diario de Cádiz en la que hablaba sobre un reciente estudio sociológico que la Fundación SM había hecho sobre la juventud en España. En este estudio la Iglesia aparece como la institución peor valorada por los jóvenes por los siguientes motivos:
-"Es demasiado rica"
-"Se mete demasiado en política"
-"Tiene una postura anticuada sobre la vida sexual de la gente
-"Se mete demasiado en la vida de la gente diciéndole como tiene que vivir su vida"
-"Dificulta con sus directrices disfrutar de la vida"
Además aunque la mitad de estos jóvenes se consideran católicos, dicen que la religión no tiene una gran influencia en sus vidas. "El 62% no entra nunca en una iglesia y el 7% cumple con el precepto de ir a misa".
Según estos datos cada uno saca sus conclusiones particulares. Pero está claro que cada vez hay menos jóvenes en las iglesias y, por lo tanto, en algunos años, menos gente en general.
Es cierto que vivimos en la sociedad del "todo vale" y que la educación en valores es cada vez menor en la familia y en los colegios, y esto contrasta con la estricta moral de la Iglesia. Pero también es verdad que los jóvenes tienen parte de razón en sus afirmaciones.
La Iglesia tiene muchos bienes como patrimonio. Se puede decir que es rica. A veces se mete en política aconsejando no votar a los partidos que permiten el aborto, el matrimonio homosexual o la manipulación genética. Tiene una postura anticuada ante la sexualidad, cuya única finalidad que aceptan es procrear, por lo que no permiten el uso del preservativo. Con todas estas posturas excluyentes da la impresión de que se meten en la vida de la gente sólo para no dejarles disfrutar de la vida.
La Iglesia-institución está formada por hombres, la mayoría de edad avanzada, que muchas veces se encuentran con una sociedad que va cambiando muy deprisa y no saben cómo actuar para recuperar los valores que se van perdiendo . Pero si comparamos las directrices de la actual Iglesia católica con la figura de Jesucristo, quizá veamos que ésta última es mucho más atractiva para los jóvenes. Jesucristo era un hombre humilde y sencillo sin posesiones materiales. Nunca se le escuchó hablar de lo que hacían los gobernantes de su época. Él sólo predicaba su mensaje de amor a los demás. Él supo adaptar la ley de Moisés a los nuevos tiempos. Cambió todas las leyes inamovibles por dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Sus leyes no fueron excluyentes. En su Reino había sitio para todo el mundo: los samaritanos, los pecadores, las prostitutas, los recaudadores de impuestos,etc.
En la sociedad se han producido muchos cambios en poco tiempo: la legalización del aborto y el matrimonio homosexual, la eutanasia, el divorcio, el uso del preservativo, el descubrimiento de nuevos avances en la genética. Y esto ha producido una pérdida de valores. Pero estos valores no se van a recuperar prohibiendo las cosas, sino utilizando el mandamiento que Jesús nos dejó. Por eso, entonces y hoy en día, como le dijo a quienes le preguntaron, Él nos dice: "¿Qué harías tú si un hermano tuyo estuviera enfermo? ¿Le dejarías morir o lo curarías aunque fuera sábado? Pues la ley está hecha para el hombre, no el hombre para la ley."
Los dirigentes de la Iglesia actual son los sucesores de los primeros discípulos que Jesucristo escogió para difundir al mundo su Buena Noticia y deben mirar a Jesucristo a la hora de dictar las normas por las que se debería regir este mundo en el que los jóvenes son muy importantes porque son el futuro, en este caso, de la Iglesia.
El año que viene se va a celebrar en España la Jornada Mundial de la Juventud. Esperemos que escuchen a los jóvenes. Seguro que tienen mucho que decir.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cambiar de actitud para ser feliz

Últimamente he empezado a ver los capítulos de "Supernanny" en Cuatro, y la verdad es que me ha sorprendido mucho ver cómo se puede modificar la conducta de un niño con sólo cambiar un poco la actitud de los padres hacia ellos.
Básicamente lo que los padres tienen que cambiar es no "etiquetar" a sus hijos, decirles lo que quieren de ellos, premiarles cuando hacen algo bien y prestarles atención y cariño.
Es curioso ver cómo unos niños que son auténticos demonios se convierten en dulces angelitos utilizando estas estrategias de la Supernanny, y uno no sabe ya si el malo era el niño o sus padres que no sabían hacerlo bien.
El problema de estos niños comienza cuando sus padres empiezan a desatenderlos afectivamente. Entonces ellos sienten la necesidad de llamar su atención. Como son niños, no saben expresar la tristeza o el enfado que les produce que sus padres no les hagan caso. Estos a su vez, sólo se dirigen a ellos para reñirles cuando hacen algo mal, y aunque a los niños no les gusta que les riñan, se dan cuenta de que este es el único momento en el que los padres le prestan atención, así que siguen portándose mal inconscientemente para llamar la atención. Entonces sus padres se cansan y le ponen una etiqueta: ¿por qué eres tan "malo"?, le dicen. El niño asimila el mensaje de que es malo y se comporta como tal.
Cuando los padres modifican su conducta y le reconocen que hace cosas buenas, le están quitando esa etiqueta y le demuestran que él es capaz de comportarse de otra forma. Cuando le felicitan por hacer bien las cosas consigue llamar la atención de sus padres, que es lo que él quería y empieza a portarse bien porque ya no necesita portarse mal para que le den atención y cariño.
La vida de estas personas que antes estaban desesperadas, cambia radicalmente y empiezan a ser felices cuando cambian la forma de tratar a su hijo.
Este tipo de actitudes equivocadas las utilizamos con los niños pero también con los adultos que nos rodean: pareja, padres, amigos, etc. Nosotros, por un lado, dejamos de prestar atención a los demás por necesidad o por egoísmo. Y los demás, por otro, tienen muchas veces una actitud infantil, y en vez de expresar lo que sienten, empiezan a tratarnos de manera hostil. Nosotros, como los padres de la Supernanny, como no sabemos lo que les pasa, le ponemos una etiqueta: eres un amargado, o todo lo haces mal, por ejemplo. Y la otra persona entra en un círculo que a veces termina en la ruptura de la pareja si no le ponen remedio. "Como soy un amargado pues tengo que actuar como tal," y está siempre a la defensiva.
Y ni esta persona es un amargado ni lo hace todo mal, ni la otra vive para amargarle la vida a él.
Sólo basta con hablar, expresando claramente lo que queremos del otro, esforzarnos por reconocer las cosas buenas que hacen los demás y prestarles más atención y darle cariño.
Muchas veces en las familias se viven situaciones difíciles y en vez de ponerles remedio tratamos de evadirnos, pero eso no soluciona el problema. Seríamos más felices si estuviéramos dispuestos a cambiar nuestra actitud como hacen los padres que van al programa de la Supernanny, que aunque han tenido una actitud equivocada tienen voluntad de que cambiar lo que haga falta para ser felices en su familia.