sábado, 19 de febrero de 2011

"Hermano mayor"

Ha empezado una nueva temporada de "Hermano Mayor" en Cuatro; un programa que sucede a la Supernanny y que trata también de modificar la conducta de la gente con la ayuda de un agente externo: el conductor del programa, un campeón de natación que tuvo problemas con las drogas en su adolescencia y que superó más tarde. Él trata de ayudar a jóvenes con problemas de conducta y lo consigue en un 70% de los casos.
En dos de los programas que ya se han emitido aparecieron dos jóvenes muy agresivos que maltratan a sus padres física y psicológicamente. Es estremecedor el testimonio de los padres desesperados que acuden al programa porque ya no saben que hacer con sus hijos y por otro lado el ensañamiento con que sus hijos les insultan e incluso les pegan delante de las cámaras. El “Hermano mayor” empieza su tarea poniéndoles unos límites que no pueden sobrepasar si no quieren tener una consecuencia negativa, luego les hace vivir experiencias que les hagan meterse en la piel de sus padres, les pone en contacto con una psicóloga, que les aconseja qué deben hacer para cambiar de actitud, luego les cuenta su propia experiencia como joven conflictivo y finalmente les toca la fibra sensible haciéndoles recordar cómo era su relación con su madre/padre antes de tener enfrentamientos con él. Es increíble cómo al final consigue que se abracen a sus padres llorando con el propósito de cambiar su actitud.
Está claro que hay algo que está fallando con estos jóvenes. Lo peor es que no se trata de casos aislados y que cada vez hay más agresividad en este colectivo por no hablar de los casos extremos de asesinato como en el caso de Marta del Castillo en el que los presuntos asesinos aparecen ante las cámaras casi como ídolos para algunos jóvenes sin mostrar el más mínimo remordimiento por lo que han hecho.
La violencia nunca está justificada y debe tener un castigo, pero sería más productivo evitar llegar a estos extremos y analizar el motivo de su agresividad. En muchos casos de violencia hay un factor común que es la falta de límites por parte de sus padres. Otras veces es la incapacidad de hacer frente a la frustración motivada muchas veces por la actitud de unos padres protectores que le han dado a sus hijos todo lo que han querido incluso antes de ellos lo pidan. En el programa aparecía un chaval que había caído en las drogas a raíz de que su novia lo abandonara por otro. Decía que mientras estaba “colocado” se sentía bien y luego volvía a sentirse deprimido y amargado, por eso necesitaba volver a drogarse. Había otra chica que sufrió malos tratos de pequeña, incluso tenía quemaduras provocadas por su padre y que fue adoptada por una familia con la que también estaba teniendo problemas. Además en la adolescencia cambió de sexo y su madre adoptiva no la aceptaba, y cuando empezó a ser agresiva llegó a decirle que se arrepentía de haberla adoptado. Su padre siempre estaba ausente. Ella calmaba su frustración teniendo relaciones sexuales con otras chicas de forma compulsiva.
Cuando uno ve el programa le parece increíble cómo puede haber tanta agresividad y odio hacia sus propios padres. Pero conforme avanza el programa se van viendo las razones de su agresividad. En el fondo hay un profundo dolor que no saben afrontar y cuando llegan a su casa esperan que sus padres les escuchen, les comprendan, les apoyen y les orienten sobre cómo afrontar los problemas en la vida. Cuando ven que sus padres no sólo no les escuchan sino que les quieren quitar su modo de evasión, aumenta la rabia que sienten hacia sus padres y hacia sí mismos porque no están orgullosos de lo que hacen. Es verdad que los jóvenes no suelen hablar de sus cosas, por eso es importante crear un clima de confianza desde que son pequeños.
Es una pena que haya tantos jóvenes como éstos que no tengan algo a lo que agarrarse a la vida para poder superar las dificultades, sobre todo en estos tiempos en los que los padres trabajan los dos y notan esta ausencia de cariño y además hay pocas expectativas laborales y van perdiendo la esperanza en el futuro. Ojalá buscaran a Dios dentro de su corazón para poder encontrar la fuerza que necesitan y los recursos que aún no tienen por su falta de experiencia para sentirse seguros de sí mismos y sentir el optimismo y la esperanza necesarios para hacer frente a los problemas.

domingo, 13 de febrero de 2011

La Misión

El domingo vi en la televisión la película de la Misión y había dos o tres escenas que me hicieron reflexionar. En la película el padre Gabriel funda la misión de San Carlos en la que da refugio a los indígenas evitando que sean presa de los mercaderes de esclavos y los evangeliza pacíficamente. Más adelante se le une Rodrigo Mendoza, tratante de esclavos que acaba convirtiéndose en jesuita y ayudándole en la misión. Pero esta misión choca con los intereses de los mercaderes de esclavos que intentan boicotearla recurriendo a las autoridades eclesiásticas para que los eche de allí. Finalmente acude allí un alto cargo eclesiástico y les pide que abandonen la misión con la excusa de que ha llegado a sus oídos que los jesuitas allí tienen demasiado poder. Los portugueses que estaban colonizando a ese poblado de indígenas presionan al representante de la Iglesia para que obligue a los jesuitas a dejar de darle protección a los indígenas. Éste, tras una dura decisión porque sabía que la misión era una buena obra, acaba sucumbiendo a las presiones de los portugueses porque no podía romper los intereses institucionales que tenía con ellos.
Hay una escena en la que le dice a los indígenas que deben marcharse porque se lo ha dicho el Espíritu Santo y el jefe de los indígenas le pregunta que cómo lo sabe. Finalmente le dice a los jesuitas que si no abandonan la misión quedan excomulgados y ellos deciden quedarse con los indígenas.
En otra escena Rodrigo de Mendoza le pide al padre Gabriel que desea revocar su voto de obediencia y decide luchar contra los portugueses para defender los intereses de los indígenas. El padre Gabriel le dice que él no luchará porque no es coherente con la doctrina que le han enseñado a los indígenas de que Dios es amor.
Al final los dos mueren defendiendo a los indígenas, uno pacíficamente y el otro luchando.
Sería interesante ver cómo reaccionaríamos nosotros si nos viéramos en esta situación. Cuando algún miembro de la autoridad eclesiástica dicta una orden sin ninguna razón y de forma incomprensible uno se pregunta como el jefe de los indígenas: ¿cómo sabes que tu decisión la dicta el Espíritu Santo?
La actitud de Rodrigo de Mendoza cuando decide luchar contra los portugueses tal vez no sea la más correcta, pero al fin y al cabo luchó hasta el final por defender la misión que Dios les había encomendado. Pero lo que sí es cierto es que los dos estaban excomulgados cuando llevaron a cabo su lucha contra los portugueses y lo hicieron por libre a pesar suya. Al final el representante eclesiástico se arrepiente de lo que hizo, pero te queda un mal sabor de boca después de la matanza que se llevó a cabo y de que la historia acabe mal.
Muchas veces en la vida real pasan historias parecidas y sientes inevitablemente desconfianza hacia esa autoridad mal entendida de la Iglesia que te hace cuestionarte hasta tu fe o al menos a recibir los sacramentos de manos de los sacerdotes.
En mi último artículo yo decía que debemos fijarnos más en lo que nos acerca a "la Iglesia" que en lo que nos separa de ella y que deberíamos trabajar por cambiar las cosas teniendo como eje de nuestra vida a Cristo. La cuestión es si hacerlo por libre como el padre Gabriel y Rodrigo o perteneciendo a la Iglesia Institución. Muchas veces sentimos desconfianza hacia esa institución y dolor como en la película, en la que la Institución eclesiástica no dio la cara por ellos ante los portugueses y a la que ellos a su vez no pudieron defender frente al mundo porque no estaban de acuerdo con sus decisiones. Pero lo que sí es verdad es que, como en la película, todos tenemos una misión y hay mucha gente necesitada. Si los jesuitas se hubieran apartado de la Iglesia y hubieran abandonado la misión los indígenas hubieran muerto sintiéndose desamparados, pero murieron con la esperanza en Cristo al que el padre Gabriel llevaba en una Custodia formando una procesión en el momento de morir. Así que luchemos como los protagonistas de la película por llevar la esperanza que Jesucristo nos dejó a nosotros como seguidores suyos y miembros de la Iglesia.