lunes, 25 de febrero de 2013

Todo lo que nos pasa en la vida estaba previsto de antemano

Después de tantos meses sin publicar ningún artículo en este blog, lo hago ahora en plena Cuaresma. Y me gustaría hacerlo recordando el pasaje del Nuevo Testamento en el que María Magdalena descubre que Jesús ha resucitado. Cuando Jesús murió todos sus seguidores pensaban que estaban solos porque había muerto su líder y ya no tenían esperanza. Igual que ella hay muchas personas hoy en día que también pierden sus esperanzas cuando pasan por momentos difíciles en su vida. Pero María Magdalena, a diferencia de los apóstoles que estaban encerrados por miedo a la persecución, aunque sabía que Jesús había muerto tuvo fe y fue al sepulcro y al ver que su cuerpo ya no estaba allí se puso a llorar. Jesús se le apareció, pero ella no lo reconoció. Incluso lo confundió con un jardinero y le preguntó si Él se había llevado el cuerpo, pero Él la llamó por su nombre y le dio un mensaje antes de subir al cielo, y le encargó que se lo transmitiera a los apóstoles y a través de ellos a toda la humanidad. "Voy a subir a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios." Con estas sencillas palabras Jesús le dijo a María Magdalena que transmitiera el mensaje de que Dios es nuestro Padre, ese Padre con el que Él había tenido una relación tan estrecha durante su vida pública, y que ahora está siempre a nuestra disposición cada vez que lo necesitemos. Y que es nuestro Dios, ese Ser Supremo que tiene poder para crear un mundo, en el que todo sigue un orden minuciosamente organizado, desde lo más grande como la disposición de los astros hasta lo más pequeño, como el funcionamiento de las células, pasando por las leyes físicas que regulan este mundo y por supuesto los seres vivos, del que el Hombre el centro, porque Dios,además de Creador, es nuestro Padre. Nosotros al igual que los apóstoles, que aunque sabían lo que le iba a pasar a Jesús, cuando lo crucificaron tuvieron miedo, debemos ser como María Magdalena, que a pesar de todo fue a estar con Él, aunque al principio no lo veía llevada por el miedo o la falta de fe, pero después sintió la presencia de Jesús porque dejó a un lado el miedo y la desesperanza. Muchas veces podemos pensar, como le paso a los apóstoles, que las cosas no han salido bien y que no merece la pena seguir luchando, porque las circunstancias que rodean nuestra vida nos superan y no podemos luchar contra ellas, pero igual que le pasó a los apóstoles todo el sufrimiento estaba previsto de antemano. Ellos, aunque en ese momento no lo podían comprender, se dieron cuenta de que Dios tenía en sus planes todo lo que le ocurrió a Jesús. Así también, nosotros en los problemas de cada día podemos sentir que Dios se ha olvidado de nosotros, pero como le dijo a María Magdalena, Él es nuestro Padre y cada uno de nosotros somos el centro de su Creación, y Él es nuestro Dios, y no deja nada al azar, toda nuestra vida obedece a un plan que Él tiene para cada uno de nosotros y cada cosa ocurre a su debido tiempo. Por eso debemos acudir a Él para que nos ayude porque Él tiene el poder y porque es nuestro Padre y de quien podemos recibir más amor. Que en esta Cuaresma nos encontremos con Jesús como María Magdalena a través de la oración, la Eucaristía o viendo las imágenes de la Pasión en la calle, y podamos sentir que gracias a su Pasión y muerte tenemos a un Padre que nos quiere y a un Ser Todopoderoso que nos ayuda en nuestra vida diaria.