El pasado viernes 8 de julio leí un artículo de un Profesor de Teología en el Diario de Cádiz que enumeraba los "pecados" pastorales de la Iglesia, que presento aquí de forma resumida:
1- Los movimientos de transformación social de la Iglesia han caído en una crítica excesiva y no le han dado la importancia suficiente a la dimensión transcendental de la fe. Además no han hecho una evangelización explícita por cobardía.
2-Desde las más altas instancias eclesiales la relación con la sociedad se ha centrado en defender los derechos adquiridos de la propia institución que de defender a los más pobres.
3- Los sectores más influyentes de la Iglesia han tratado de eliminar todo pluralismo teológico y pastoral, prohibiendo la venta de libros que no se centraran en una visión tradicional de la fe.
4- No se ha llevado a cabo un formación en las comunidades parroquiales y grupos eclesiales, y cuando se ha realizado, se ha centrado en una profundización espiritual más que en un diálogo con una sociedad que está en plena evolución.
5- Han presentado una moral cristiana centrada en normas morales en vez de buscar la plenitud humana centrada en el amor y el compromiso
6- Ha desaparecido el sentido evangelizador de la fe y se han centrado sobre todo en los sacramentos.
Todo esto unido a la vinculación que existía en la época de la dictadura a un régimen que negaba las libertades del pueblo y que negó su apoyo a los sectores de la Iglesia que trataban de rebelarse, tiene mucho que ver con la imagen que tiene la sociedad actual sobre la Iglesia. Puede que esto ocurriera hace mucho tiempo pero desde entonces la Iglesia no ha asumido el reto de la evangelización y esto hace que hoy en día la práctica religiosa esté decayendo en España en los distintos sacramentos y que la valoración que la sociedad hace de la Iglesia sea mala.
Este reto pastoral que tiene la Iglesia está muy bien descrito en una ponencia que tuvo el P. Fructuoso Antolín en el Consejo Pastoral Diocesano del 11-12-2010 y que más tarde adaptó para la cofradía de Afligidos. En ella el hablaba de cinco retos:
1- La experiencia cristiana de Dios.
El hombre de hoy siente una insatisfacción vital que le lleva a la búsqueda de lo transcendente que les lleve a la plenitud, sólo posible a través de su experiencia de Dios.
2- La opción por los pobres
En estos tiempos de crisis la mejor forma de hacer presente a Jesucristo en este mundo es volcarse con los más pobres de nuestra sociedad como hizo Él en su tiempo.
3- Participación, comunicación, diálogo
Los cristianos queremos ser no sólo oídos y manos sino también palabra en la Iglesia y tener las propias convicciones de fe y de compromiso. Pero para eso hace falta dialogar en vez de criticar, trabajar en equipo en vez de imponer criterios, y formación, para formarse un criterio propio.
4-Una pastoral diversificada
Hoy en día se dan diversas situaciones de fe en la sociedad y la Iglesia tiene que asumir el reto de darles respuesta partiendo de sus distintas situaciones y motivaciones, sobre todo a los que han estado alejados de la fe por una experiencia decepcionante en la Iglesia, acogiéndolos, haciéndoles un seguimiento y acompañándolos en este camino de fe, curando sus heridas.
5-Dar respuesta a las distintas formas de increencia
La Iglesia tiene que hacer frente a la ausencia de Dios que hay en esta sociedad que no siempre se da en los "ateos", que niegan la existencia de Dios, sino también en los que no niegan a Dios pero no lo tienen en la práctica de los valores en su vida diaria; los creyentes que no buscan a Dios porque creen que ya lo han encontrado; los que sienten indiferencia religiosa y no les importa mucho si Dios existe o no y por último, la idolatría de nuestra sociedad, que sustituye a Dios por el dinero, el poder y el prestigio y es esto precisamente lo que oculta la presencia de Dios hoy en día en vez de mostrarlo al mundo.
Yo estoy de acuerdo con la opinión del Profesor de teología y con el P. Fructuoso Antolín, pero es una pena que muchas veces las buenas ideas se queden en un papel y no se materialicen en soluciones concretas. Por eso creo que toda la Iglesia deberíamos de poner un poco de nuestra parte para recuperar muchas de las cosas de la Iglesia que Cristo fundó y que se han ido perdiendo con el paso del tiempo, cada uno desde su posición:
Los laicos, creyentes pero alejados, deberían criticar menos a la Iglesia y buscar la satisfacción personal no sólo en las cosas materiales sino también en lo trascendental y reconocer abiertamente sus creencias sin miedo al qué dirán.
Los laicos comprometidos, no conformarse con haber encontrado a Dios y no buscar protagonismo en la Iglesia, aceptando ideas diferentes a las suyas, y siendo coherentes con su vida.
Los sacerdotes, dando más importancia al acercamiento a la sociedad a través del diálogo y la formación que a los sacramentos.
La Jerarquía, preocupándose más por los pobres, estando abiertos a nuevas ideas, abriéndose más a la sociedad y centrándose más en el amor y el compromiso que en las normas morales y los sacramentos.
Estamos inmersos en una sociedad que se está dando cuenta de que no vale la pena buscar la felicidad sólo en lo material, porque cuando esto falla nos sentimos "indignados". Quizá sea este momento de crisis una oportunidad para ese acercamiento entre la Iglesia y una sociedad insatisfecha y con necesidad de esperanza y fe en Dios.
1- Los movimientos de transformación social de la Iglesia han caído en una crítica excesiva y no le han dado la importancia suficiente a la dimensión transcendental de la fe. Además no han hecho una evangelización explícita por cobardía.
2-Desde las más altas instancias eclesiales la relación con la sociedad se ha centrado en defender los derechos adquiridos de la propia institución que de defender a los más pobres.
3- Los sectores más influyentes de la Iglesia han tratado de eliminar todo pluralismo teológico y pastoral, prohibiendo la venta de libros que no se centraran en una visión tradicional de la fe.
4- No se ha llevado a cabo un formación en las comunidades parroquiales y grupos eclesiales, y cuando se ha realizado, se ha centrado en una profundización espiritual más que en un diálogo con una sociedad que está en plena evolución.
5- Han presentado una moral cristiana centrada en normas morales en vez de buscar la plenitud humana centrada en el amor y el compromiso
6- Ha desaparecido el sentido evangelizador de la fe y se han centrado sobre todo en los sacramentos.
Todo esto unido a la vinculación que existía en la época de la dictadura a un régimen que negaba las libertades del pueblo y que negó su apoyo a los sectores de la Iglesia que trataban de rebelarse, tiene mucho que ver con la imagen que tiene la sociedad actual sobre la Iglesia. Puede que esto ocurriera hace mucho tiempo pero desde entonces la Iglesia no ha asumido el reto de la evangelización y esto hace que hoy en día la práctica religiosa esté decayendo en España en los distintos sacramentos y que la valoración que la sociedad hace de la Iglesia sea mala.
Este reto pastoral que tiene la Iglesia está muy bien descrito en una ponencia que tuvo el P. Fructuoso Antolín en el Consejo Pastoral Diocesano del 11-12-2010 y que más tarde adaptó para la cofradía de Afligidos. En ella el hablaba de cinco retos:
1- La experiencia cristiana de Dios.
El hombre de hoy siente una insatisfacción vital que le lleva a la búsqueda de lo transcendente que les lleve a la plenitud, sólo posible a través de su experiencia de Dios.
2- La opción por los pobres
En estos tiempos de crisis la mejor forma de hacer presente a Jesucristo en este mundo es volcarse con los más pobres de nuestra sociedad como hizo Él en su tiempo.
3- Participación, comunicación, diálogo
Los cristianos queremos ser no sólo oídos y manos sino también palabra en la Iglesia y tener las propias convicciones de fe y de compromiso. Pero para eso hace falta dialogar en vez de criticar, trabajar en equipo en vez de imponer criterios, y formación, para formarse un criterio propio.
4-Una pastoral diversificada
Hoy en día se dan diversas situaciones de fe en la sociedad y la Iglesia tiene que asumir el reto de darles respuesta partiendo de sus distintas situaciones y motivaciones, sobre todo a los que han estado alejados de la fe por una experiencia decepcionante en la Iglesia, acogiéndolos, haciéndoles un seguimiento y acompañándolos en este camino de fe, curando sus heridas.
5-Dar respuesta a las distintas formas de increencia
La Iglesia tiene que hacer frente a la ausencia de Dios que hay en esta sociedad que no siempre se da en los "ateos", que niegan la existencia de Dios, sino también en los que no niegan a Dios pero no lo tienen en la práctica de los valores en su vida diaria; los creyentes que no buscan a Dios porque creen que ya lo han encontrado; los que sienten indiferencia religiosa y no les importa mucho si Dios existe o no y por último, la idolatría de nuestra sociedad, que sustituye a Dios por el dinero, el poder y el prestigio y es esto precisamente lo que oculta la presencia de Dios hoy en día en vez de mostrarlo al mundo.
Yo estoy de acuerdo con la opinión del Profesor de teología y con el P. Fructuoso Antolín, pero es una pena que muchas veces las buenas ideas se queden en un papel y no se materialicen en soluciones concretas. Por eso creo que toda la Iglesia deberíamos de poner un poco de nuestra parte para recuperar muchas de las cosas de la Iglesia que Cristo fundó y que se han ido perdiendo con el paso del tiempo, cada uno desde su posición:
Los laicos, creyentes pero alejados, deberían criticar menos a la Iglesia y buscar la satisfacción personal no sólo en las cosas materiales sino también en lo trascendental y reconocer abiertamente sus creencias sin miedo al qué dirán.
Los laicos comprometidos, no conformarse con haber encontrado a Dios y no buscar protagonismo en la Iglesia, aceptando ideas diferentes a las suyas, y siendo coherentes con su vida.
Los sacerdotes, dando más importancia al acercamiento a la sociedad a través del diálogo y la formación que a los sacramentos.
La Jerarquía, preocupándose más por los pobres, estando abiertos a nuevas ideas, abriéndose más a la sociedad y centrándose más en el amor y el compromiso que en las normas morales y los sacramentos.
Estamos inmersos en una sociedad que se está dando cuenta de que no vale la pena buscar la felicidad sólo en lo material, porque cuando esto falla nos sentimos "indignados". Quizá sea este momento de crisis una oportunidad para ese acercamiento entre la Iglesia y una sociedad insatisfecha y con necesidad de esperanza y fe en Dios.