jueves, 13 de abril de 2017

Ser sacerdote, un gran privilegio sólo para unos pocos

Hoy, Jueves Santo, se conmemora la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, en la que Jesús celebra la Ultima Cena de la Pascua judía con sus discípulos, y la primera de la Pascua cristiana, en la que recordamos que Él entregó su cuerpo y se quedó presente en el pan y el vino, que gracias a los sacerdotes, tomamos en cada Eucaristía, y que hoy merecen una atención especial.
Todos vamos con nuestra cruz a cuestas por el camino de la vida, pero sólo unos pocos toman el relevo de Jesús, dejándolo todo de forma radical como hizo Él , al encontrar el gran tesoro de la fe por amor a Dios y a sus hermanos. Y, a pesar de los momentos difíciles en los que pudieran pensar como pensaría Jesús si merecía la pena tanto sacrificio, llevan consigo la grandeza y la satisfacción de continuar la misión de Jesús: "hacer discípulos míos a todos los hombres, bautizándolos en nombre de Dios y haciendo que se conviertan y crean en la Buena Noticia.
Todos, ateos y creyentes tenemos una misión personal en la vida, en nuestras profesiones y en nuestra vida de familia, y sentimos la satisfacción de ayudar dando lo mejor de nosotros a nuestros hijos, cónyuges, padres o bien, en nuestras profesiones, a nuestros alumnos, enfermos, clientes, etc. Pero el privilegio que realmente tienen unos pocos es sentir que hay una realidad sobrenatural que es Dios, cuya presencia hace que todo este mundo tenga sentido, y además sentir que ese Ser perfecto que ha diseñado cada átomo de este mundo me quiere más que el amor más puro que pueda existir, y no para de buscarme para amarme y ayudarme. Pero el mayor privilegio del sacerdote es tener en sus manos la llave para hacer lo que hizo Jesús: hacer que otras personas puedan ver a Dios como Él lo veía, sirviendo de instrumento, dejando que Dios hable a través de ellos transmitiendo la felicidad que sienten, no efímera, como la de este mundo, sino plena, y ser capaces de contagiarla a los demás, haciendo así un mundo mejor; todo eso a través de los sacramentos, como la Eucaristía, donde el sacerdote nos da a Jesús consagrado en el pan para que lo tengamos en nuestro interior y nos habla en nombre de Dios en la homilía, explicándonos la Palabra. También en la Penitencia, el sacerdote nos guía en nuestro camino como cristianos, aportando un enfoque distinto al que solemos darle a las relaciones personales en nuestro mundo desde la perspectiva de la fe. También nos dan consuelo y esperanza en la Unción de los enfermos y nos inician en la fe cristiana en el  Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación, invitándonos a pertenecer a la Iglesia, siempre desde la alegría, la esperanza y el optimismo de la fe en Jesús y la experiencia de Dios en la oración y en la vida en comunidad con sus hermanos y el orgullo de ser los intermediarios entre Dios y su Iglesia.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Diez cosas para sentirse bien con uno mismo

1. Dormir lo suficiente
2. Comer de forma equilibrada.
3. Hacer algo de ejercicio.
4. Estar en contacto con la naturaleza.
5. Realizar algún tipo de actividad que estimule la mente como leer, escribir, planificar...
6. Reservar parte del día para alguna actividad que nos guste como ver la tele, escuchar música...
7. Saber decir que no a las personas y a las cosas que invaden nuestro espacio, que necesitamos para tener nuestro equilibrio, y así no terminar estresados, organizándonos bien.
8. Relacionarnos con otras personas empezando por las cercanas pero también estableciendo nuevas relaciones sociales.
9. Buscar la paz de nuestra alma, hablando con Dios.
10. Hacer alguna actividad altruista buscando algo que nos haga ilusión hacer por los demás.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Semana Santa: Tiempo de Esperanza

Ya se acerca la Semana Santa. En este tiempo celebramos que Cristo sufrió, murió voluntariamente de la forma más cruel y resucitó para salvarnos.
Es importante analizar el papel de las personas que rodearon a Jesús en esos momentos para saber cuál es nuestro papel hoy en día y qué tenemos que ver con este episodio de la vida de Jesús. Cuando Jesús empezó su Pasión estaba con sus discípulos. Ellos eran hombres a los que Jesús fue eligiendo uno a uno para que le siguieran, sus "amigos", como Él los llamaba. A ellos les envió para que continuaran lo que Él empezó: bautizar a todos los hombres y proclamar la Buena Noticia del Evangelio. Ellos al principio dudaron de Jesús cuando murió y pensaron que de nada había servido dejar mujer e hijos y dedicarse por entero a seguirle cuando el Proyecto de Jesús aparentemente había fracasado. Incluso tenían miedo en ser los siguientes en morir. Pero entonces ocurrió lo que menos esperaban: que les dieran la noticia de que Él había resucitado. Cuando María Magdalena lloraba más desesperadamente por su muerte fue cuando Jesús se le aparece y la llama por su nombre y le dice que es Él. Y ella va corriendo a avisar a los apóstoles que al principio no le hacen mucho caso, pero luego confirman lo que ella les dijo, ya que Jesús se les aparece a ellos también. Este encuentro con Él hace que se llenen de fe y se abran a la acción del Espíritu Santo que les da fuerzas para ser Testigos de Jesús en este mundo bautizando a todos los hombres y proclamando el Evangelio aunque sea dando su vida si fuese necesario.
A lo largo de los años muchos hombres y mujeres han seguido los pasos de esos primeros discípulos dedicando su vida a esta misión que Cristo les encargó: acoger a todos los hombres en la familia de los Hijos de Dios, bautizándolos, y hablar a todos de la Buena Noticia de saber que Dios nos ama, proclamando el Evangelio. Como ellos, muchos de ellos dan la vida, como los misioneros , misioneras o cristianos laicos que son asesinados por sus creencias religiosas; otros, como los sacerdotes, van dando su vida día tras día en silencio soportando a veces la incomprensión y la falta de apoyo de quienes les rodean a pesar de su generosidad, como le pasó al propio Jesucristo, aunque en esta sociedad aparentemente sobreinformada parece que sólo son noticia los escándalos de unos pocos, y no la valentía de la entrega diaria de muchos. Los sacerdotes y religiosos en general, como los primeros discípulos, y como cualquier ser humano, también tienen sus momentos de oscuridad en los que ven cómo este mundo mata a su manera a Jesucristo y se plantean si merece la pena haber renunciado a tantas cosas por seguir a Jesús. Pero entonces es cuando aparece la luz que es Jesús, y se hace siempre presente en este mundo, aunque a veces parece que está oculto a nuestros ojos, como hizo con María Magdalena, justo cuando lloraba más desesperada, y tiene un encuentro personal con ella, llamándola por su nombre cuando ella no lo reconocía: ¡María, soy Yo! y le recuerda que a pesar de que todo parece en contra, Él está a nuestro lado. Y así , a pesar de tener a gran parte de la sociedad de su tiempo en contra, Cristo nos demostró que no hay que perder la fe y que hay que tener siempre esperanza. Si Él venció a la muerte, por mucho daño que este mundo le quiera hacer, nunca conseguirá acabar con Él y su Mensaje, porque Él sigue vivo hoy en día, en el corazón de los hombres y mujeres valientes que están convencidos de que merece la pena entregar su vida por Jesús y su mensaje, como decía Jesús Devesa en su Pregón: "Con Jesús y con María Sí se puede, siempre se puede".

miércoles, 3 de junio de 2015

LOS ANTISISTEMA Y UN NUEVO MODELO DE SOCIEDAD

En esta sociedad donde todos estamos indignados ante tanto sufrimiento, algunos lo quieren arreglar todo tomando medidas drásticas frente a los deshaucios y las injusticias sociales, como las destinadas a  un reparto equitativo de las riquezas y luego ven con buenos ojos el hecho de enriquecerse cuanto más mejor a costa de dejar en un segundo plano a nuestros hijos  y a  nuestros mayores luchando por llegar a la cima de la escala social y dando culto al bienestar. Para eso buscan un trabajo, o dos, y su  pareja también, dando lugar a desigualdades sociales como que haya familias en las que no entra ningún sueldo y otras en las que entran dos o tres, empezando por los que hipócritamente se declaran antisistema y dan la espalda al capitalismo.
Hemos creado una sociedad estéril que para llegar a esto no cultiva el amor hacia sus parejas, sus mayores o sus  hijos, a los que a veces, si estorban para estos propósitos, no los deja ni nacer.
Dios nos creó libres para que el hombre decidiera si quiere vivir en ese estado de armonía con todos en el que Él nos creó o si quiere contribuir a crear injusticias en el mundo y nuestro propio entorno. Así que el hombre no tiene derecho a privar de esa libertad que Dios nos dio al que prefiere elegir su egoísmo antes que la generosidad hacia los que le rodean.
La única forma de acabar con este mundo de desigualdades e injusticias es poner en el centro de las sociedades la educación y los valores en vez del culto al dinero y el bienestar siempre desde la libertad que lleva intrínseca el ser humano.

sábado, 5 de julio de 2014

La Ilusión en los proyectos de la vida

Todos en la vida tenemos ilusiones y proyectos, ya sean familiares, laborales o personales, pero por distintas circunstancias  no es posible que se realicen. A veces intentamos luchar para que no se apague nuestra ilusión y siempre mantenemos viva la esperanza. Sin embargo, va pasando el tiempo y aunque seguimos luchando no se realiza ese proyecto. Al final llega un momento en el que nos damos por vencidos y aceptamos que ya ocurrirá cuando tenga que ocurrir y nos convencemos de que no somos dueños de la consecución de nuestros deseos. Pero es entonces, cuando menos lo esperamos y hemos perdido la esperanza, cuando de pronto se realiza sin esperarlo. Aunque en realidad lo que ha ocurrido es el fruto de nuestro esfuerzo continuado en el pasado.
Pero ya la ilusión no es la misma ni el entusiasmo. Y corremos el riesgo de no darle la importancia que tenía al principio o de hacerlo de una forma rutinaria.Y, aunque estemos cansados, lo importante es que, a pesar de los huracanes y las tormentas por los que hemos ido pasando, todavía estamos de pie. Y, por lo tanto, somos héroes. No podemos tirar por tierra todo nuestro esfuerzo pasado. Así que hay que buscar el entusiasmo  y la fuerza del pasado y luchar por nuestro trabajo, nuestra relación, nuestra familia o nuestros proyectos personales con la ilusión del primer día.

domingo, 11 de mayo de 2014

Aceptar en lugar de juzgar

Vivimos en un mundo en el que creemos que tenemos el remedio para todo y en el que desde que los niños son pequeños procuramos darle todo lo que nos piden para evitarles sufrimiento.
Por eso es frecuente que nos sintamos frustrados cuando a lo largo de nuestra vida las cosas no salen como queremos. Sentimos rabia e impotencia porque nosotros ponemos de nuestra parte pero no podemos hacer nada para obtener los resultados esperados. Cuando esto ocurre uno siempre tiende a culpabilizar a los demás o a los hechos causantes de nuestra frustración, pero gastamos nuestras energías inútilmente. En realidad las cosas pasan porque tienen que pasar y hay veces que no se pueden cambiar.
En ocasiones esto mismo lo hacemos con los demás y nos da rabia que otras personas a las que queremos tengan que sufrir por diversos motivos. Entonces les aconsejamos según nuestro punto de vista y si no nos hacen caso nos enfadamos con ellos. Pero en realidad nadie tiene derecho a juzgar a nadie porque sólo Dios y nosotros nos  conocemos a nosotros mismos y a nuestras circunstancias. Tal vez aunque no lo entendamos ese sea el único camino que la vida le ha obligado a tomar a esa persona. 
Si lo trasladamos a la vida de Jesucristo, sus amigos le decían que se defendiera y que no dejara que lo atraparan para crucificarlo. Pero aunque Él les explicaba que era necesario que Él muriera, ellos ni lo entendían ni lo aceptaban. El apóstol Pedro incluso le cortó una oreja a un soldado romano porque no quería que se lo llevaran. Jesús, sin embargo, sólo quería que sus amigos rezaran por Él y que estuvieran con Él apoyándole en sus momentos más difíciles.
Igual que a Jesús debemos procurar no juzgar a los demás aunque no los entendamos porque tal vez eso sea lo que Dios le pide a esa persona que haga. Y, por otro lado, no debemos sentirnos frustrados porque las circunstancias o las personas que nos rodean no sean como nos gustaría porque eso no depende de nosotros. Debemos centrarnos en lo que sí podemos hacer para cambiar nosotros mismos. Y dejar que Dios sea Dios, poniéndonos en sus manos después de haber hecho todo lo que está en las nuestras,  porque es sólo Él quien puede decidir el destino de nuestras vidas y el de las de las personas que queremos, que, por el Amor que nos tiene, al final será para nuestro bien.

domingo, 27 de abril de 2014

¿Por qué no hay jóvenes en la Iglesia?

Se acabó la Semana Santa y empiezan ya las comuniones; se acabó el invierno, la época de recogimiento de la Cuaresma y la Semana Santa y se empieza a notar la primavera, la alegría de la Resurrección, la ilusión de los niños que hacen ahora la Comunión y que desean recibir a Cristo por primera vez en sus vidas.
Como esos niños,  hemos comenzado muchos de nosotros nuestra relación con la Iglesia y con Jesucristo. Cómo vivamos esta experiencia depende de la formación que nuestros padres y catequistas nos hayan ido transmitiendo. Si nos han ido contagiando el verdadero sentido que tiene la Primera Comunión será una experiencia muy positiva en la vida que nos ayudará a ser más fuertes en los momentos difíciles.
Después de la Primera Comunión los niños que han descubierto realmente a Jesucristo y la influencia positiva que eso ha supuesto en sus vidas suelen continuar en grupos de Poscomunión y si los catequistas ayudan a mantener la ilusión en esos niños pueden a llegar incluso a recibir el sacramento de la Confirmación.
Después de la Confirmación parece que  esos niños o adolescentes se van apartando poco  a poco de la Iglesia. Es triste porque quizá esa alegría e ilusión que les caracteriza es lo que se echa en falta en la Iglesia.
No sé realmente las causas de por qué ocurre esto. En mi caso recuerdo que después de la Confirmación nos presentaron un proyecto para el curso siguiente y ya nunca volvieron a llamarnos.Así que yo tuve que ir a otros colegios y parroquias para poder seguir con mis inquietudes. Pero no sé qué harían los demás. Recuerdo que en esa época pensaba que alguien en la Iglesia tenía que ofrecernos una respuesta como jóvenes que teníamos inquietudes y ganas de seguir formándonos y de ofrecernos un espacio donde relacionarnos con otros jóvenes con nuestras mismas inquietudes y poder desarrollarnos como cristianos. Pero parece que no éramos una prioridad en esa parroquia. Menos mal que vine a parar a otra parroquia en la que sí se estaba empezando a trabajar con jóvenes.
Tal vez se haga mucho hincapié dentro de la Iglesia en los sacramentos de la Comunión y la Confirmación como modo de captación  y no tanto por promover la fe en la juventud y en la edad adulta. Eso unido a la fuerte presión que ejerce la sociedad sobre unos jóvenes faltos de valores,  en la que se valora el satisfacer los egoísmos personales por encima de los demás  y en los que el alcohol, el sexo y las drogas tienen más influencia sobre ellos que valores como el compromiso y la entrega a los demás dan como resultado una sociedad que crece sin fe y sin esperanza o que las pierde por el camino y cuando vienen los problemas se siente vacía y frustrada.
Yo creo que los sacramentos están bien como toma de contacto con la fe y con la Iglesia, pero muchas veces pierden su eficacia porque la sociedad no les da el sentido que realmente tienen. La mayoría de la gente hace uso de ellos por tradición o como un mero trámite, lo que supone un poco frustrante para sacerdotes y catequistas. Lo que deberían ser prioridad para la Iglesia son los que no se acercan a ella porque quizá sean los que más lo necesitan. El propio Jesucristo nos marcó el camino cuando iba a los pescadores que jamás pisaban el templo para decirles que lo siguieran aunque su manera de romper con el judaísmo y las estrictas normas de los maestros de la ley de su tiempo  le condujeran finalmente hasta la muerte.  Pero la Resurrección nos demuestra que triunfó.
Es triste que haya jóvenes en sus casas con inquietudes de fe que tal vez no se atrevan a acudir a una parroquia y corresponde a la Iglesia dar respuesta a esas inquietudes. Y es esa alegría y esos valores propios de la juventud como la solidaridad y el compromiso y la importancia de luchar por unos ideales sin tener intereses de ningún tipo más que compartir su fe con otros jóvenes lo que la Iglesia necesita o adultos que buscan vivir la fe de una manera profunda y no como un cumplimiento de obligaciones. Si no lo hacen así las iglesias seguirán llenas de personas mayores que forman grupos cerrados y que  dirigen las comunidades parroquiales.




jueves, 7 de noviembre de 2013

El Amor

El amor es una palabra muy utilizada pero a veces demasiado a la ligera y no tenemos en cuenta las implicaciones que conlleva.
En teoría todos nos queremos, pero en realidad necesitamos que nos quieran de una manera más profunda. Muchas veces nos quejamos de que los demás no llegan al listón que hemos marcado según nuestro nivel de exigencia y nos sentimos mal porque no cumplen nuestras expectativas y no nos quieren lo suficiente.
A veces incluso uno ni siquiera no sabe cuáles son las expectativas del otro. Por eso es un tema importante, no sólo en las parejas sino en cualquier otro tipo de relación humana.
Desde el punto de vista cristiano, podemos recordar la tarea  que Jesucristo nos mandó que hiciéramos porque además sólo fue una cosa: que nos amáramos unos a otros como Él nos ha amado. Y para tener más detalles sobre  la manera de amar que Él tuvo con nosotros y que debemos tener unos con otros debemos tener en cuenta el texto de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios en el que habla del Amor:
"El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo ni jactancia. No es grosero ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta."
Según esta descripción del amor, si Dios nos va a examinar al final de nuestra vida de cuánto hemos amado, deberíamos pensar si cumplimos todo esto con las personas que decimos que queremos.
Muchas veces perdemos la paciencia con los demás, nos irritamos, nos echamos en cara trapos sucios del pasado, nos faltamos el respeto unos a otros y pensamos en nosotros mismos sin ponernos en el lugar del otro. Y si el otro comete un fallo nos cuesta mucho trabajo perdonarle, sobre todo dar el primer paso. Si a los demás les van las cosas bien los envidiamos y nos alegramos incluso con su desgracia y nos jactamos de ir por ahí contando lo bien que nos van las cosas y lo bien que lo hacemos todo.
Merece la pena sacrificarse más unos por otros para dotar a las relaciones humanas de una mayor profundidad y darles al matrimonio o a la amistad el valor que tienen. Si no, corremos el peligro de que se rompan o de que se mantengan superficialmente y nos sintamos al final menos queridos y menos felices.


sábado, 26 de octubre de 2013

La Eucaristía, una celebración festiva

Ya bien iniciado el curso, una vez pasado el verano, mi familia y yo hemos vuelto a acudir a la misa de los domingos. Y me gustaría compartir en este blog mi opinión sobre ella por si a alguien le pudiera servir de algo.
Lo primero es la actitud. Es una celebración a la que Jesús nos invita, por lo tanto debemos acudir sin ningún tipo de presión ni obligación, si no, perdería el sentido.
La Eucaristía es una celebración festiva en la que cantamos canciones con alegría, escuchamos lo que nuestro Padre tiene que decirnos en las Lecturas de la Biblia, le contamos nuestros errores y encontramos paz en su perdón, le damos gracias en el  Gloria, escuchamos los consejos del sacerdote para no desanimarnos y seguir adelante en la homilía, pedimos por los que lo necesitan  en las preces, hablamos con Dios en el Padrenuestro, nos ponemos en paz con nuestros hermanos, ayudamos económicamente en lo que podemos en las ofrendas, luego el sacerdote hace que el pan y el vino se conviertan en cuerpo y sangre de Cristo, para que cuando nos vayamos Él se quede con nosotros y disfrutamos de su presencia después de la comunión.
Y todo eso de manos del sacerdote, una persona que un día escuchó la llamada de Dios y comprendió que el proyecto de Dios era algo tan grande como para dejar a un lado su propia vida y ser un instrumento de Dios en este mundo.
Es muy importante la labor que hace la Iglesia para ayudar económicamente a tanta gente necesitada pero también lo es el apoyo espiritual para seguir adelante.
En esta sociedad en la que todo el mundo busca cosas que aporten bienestar en medio de tantas circunstancias adversas no estaría mal buscar en lo espiritual un sentido transcendente a nuestra vida que nos haga sentirnos más plenos y felices.

sábado, 5 de octubre de 2013

La Fe

La fe es un regalo de Dios que nos llega cuando lo buscamos. Pero a veces está condicionada por las circunstancias de la vida por las que vayamos atravesando en cada momento y por la actitud que tengamos a la hora de afrontarla.
La fe es creer que Dios está con nosotros y nos ama profundamente. Esto es algo que todos los que nos consideramos católicos sentimos en mayor o menor medida. Es como una llamita que llevamos en el corazón y que tenemos más o menos encendida a lo largo de nuestra vida. Podemos acercarnos a Él a través de los sacramentos y de la oración y tener momentos puntuales de contacto con Dios pero podemos sentir la frustración de saber que Dios es algo más, que es inaccesible para nosotros por nuestras limitaciones, a pesar de que nos esforcemos por comprenderlo.
Pero la fe con mayúsculas no es cuestión de esforzarse. Es sólo un regalo que Dios nos da. Muchas veces se nos presentan situaciones difíciles en nuestra vida  que al final resultan ser pruebas que Dios te pone para ver si tu fe era firme. Y como somos humanos, tenemos un límite y al final terminamos hundidos y lamentándonos de nuestra suerte, pensando que Dios está muy lejos de nosotros y aunque escucha nuestros problemas y nuestras súplicas nos pide cosas imposibles para nuestra débil condición humana.
Puede ser que nos acomodemos a esta situación hasta que un día Dios decide zarandearnos y entonces nos hace enfrentarnos a situaciones más complicadas todavía, y ahora ya no nos sentimos cómodos. Entonces tenemos dos opciones: o dejarnos morir y caer en una depresión o luchar con todas nuestras fuerzas por salir. Ya no valen medias tintas; hay que poner toda la carne en el asador y luchar con todas nuestras fuerzas por salir y para eso necesitamos dos cosas: sentir a Dios y tener una actitud positiva en la vida frente a las adversidades.
Entonces es cuando  buscas a Dios y experimentas cosas que no habías experimentado antes porque ahora estás más necesitado de Él y sientes alivio al sentir el amor de Dios. Cuando uno está realmente necesitado se agarra a un clavo ardiendo y si hay algo que puede aliviar tu sufrimiento te agarras a eso cada vez más  como María Magdalena o la samaritana que se encuentra con Jesús y le pide agua porque sabe que su sed sólo la puede saciar Él.
En ese encuentro con Jesús es cuando Él transforma tu vida y te ofrece el gran regalo de la Fe y descubres que ese Dios lejano que está ahí arriba escuchándote cuando acudes a Él en momentos concretos está contigo en cada momento de tu vida y te habla a través de la Biblia, de la oración de las homilías y te ayuda como un Padre cercano concediéndote todo lo que le pides con fe. Ya      esa llamita es más grande e ilumina tu vida y tu alma. Pasas de ver una misa o un texto bíblico como algo aburrido y que aunque te esfuerces por comprender no puedes abarcar su profundidad, a ver la Eucaristía como algo necesario para cargar las pilas en tu vida y la Biblia como un texto muy útil para guiarte cuando te sientas perdido en los momentos difíciles.
En esta vida siempre le andamos buscando una explicación a todo incluido al sufrimiento. A lo mejor no tenemos que estar buscando culpables sino, ya que no podemos borrarlo de nuestras vidas, sí podemos aceptar nuestra situación y aprovecharlo como un medio de acercarnos más a Dios y ser mejores personas, así le estaremos dando un sentido a ese sufrimiento y no habrá sido en vano.