Hay mucha gente que dice que cree en Dios y que siente un gran amor por Él, como hizo el apóstol Pedro cuando Jesús le preguntó si le amaba. Luego vino la debilidad humana y hasta él que llegó a ser santo, le negó tres veces.
No basta con decir que creemos en Dios, tenemos que demostrar hasta qué punto creemos en Él y no caer en la tentación de lo fácil y lo humano. Es muy sencillo creer cuando todo nos va muy bien. Lo difícil es seguir con la misma fe cuando nuestra vida se tambalea y parece que Dios no hace nada por evitarlo.
En realidad Él está ahí, esperando que le demostremos que de verdad le queremos, creyendo en Él a pesar de todo.
Muchas veces nos agobiamos porque creemos que todo lo que hay a nuestro alrededor depende de nosotros, y no nos damos cuenta de que al final las cosas van a salir como Dios las tiene planeadas. Nosotros sólo podemos poner la confianza en que todo va a salir bien aunque no podamos entenderlo, la aceptación y la disponibilidad para que se lleve a cabo lo que Dios quiera. Así nos sentiremos más aliviados al ver que todo el peso no recae sobre nosotros, y podremos luchar con menos presión para conseguir algo.
Pero más allá de todas las cosas materiales que nos rodean hay algo más. En lo más profundo de nuestro ser está Dios, que nos ayuda cada día a afrontar las pruebas que se nos van presentando y que no siempre son fáciles de superar. Dios sabía que esto no iba a ser fácil para nosotros, por eso nos envió a su Hijo, que nos dijo que Él era el Camino, para que su vida nos sirviera como ejemplo, como camino a seguir ante las dificultades en la vida. Él también era humano y cuando supo que iba a morir crucificado, le costó aceptarlo y le pidió a Dios que apartara de Él este destino, pero al final a través de su oración con Dios, confió en Él y aceptó su voluntad. Si echamos un vistazo a cualquier crucifijo podemos ver en Jesús la expresión de la entrega y generosidad absoluta.
Nosotros, a diferencia de Jesús, no sabemos cuál será nuestro destino, pero no debemos perder la confianza en Dios, al contrario, debemos agarrarnos más a Él en caso de dificultad y tener paciencia en que todo se resolverá de la mejor manera según los planes de Dios, que al final sólo busca nuestra felicidad verdadera, por eso debemos contribuir a sus planes, aunque no siempre los entendamos.