Al leer algunos blogs me doy cuenta de que aunque se diga que la Iglesia está en crisis y los templos están cada vez más vacíos, hay cada vez más gente con necesidad de Dios, unos lo manifiestan claramente y otros no, pero están en contra de la Jerarquía eclesiástica.
Todos los días leo algunos versículos de la Biblia. Y es curioso uno que he leído hoy Jn 11, 47-50, en el que los jefes de los sacerdotes deciden que tienen que quitar a Jesús del medio porque si no, ellos perderían su poder y sus templos. Me llama la atención porque después de tantos años todavía hay actitudes en la Iglesia que se parecen a estos maestros de la ley y sacerdotes de la época de Jesús. Algunos miembros de la Jerarquía no quieren perder el poder que han tenido durante tantos años y no ven a los laicos como hermanos sino como hijos que deben acatar unas normas. Sin embargo, Jesús les decía a los discípulos que no dejaran que les llamaran maestro, padre o preceptor, porque el mayor de todos es el que más tiene que servir a los demás (Mt. 23)
Con esto no pretendo acrecentar aún más el odio de tanta gente hacía la Iglesia, sino denunciar la necesidad de mucha gente, que vive su fe en soledad, de pertenecer a la Iglesia humana de Jesucristo, del Evangelio, no de las normas y los decretos y de actitudes prepotentes que alejan a la gente de las iglesias.
Tampoco me parece correcta la postura de mucha gente que critica a la Jerarquía de la Iglesia y se queda al margen. Jesús no estaba de acuerdo con muchas actitudes de la religión de su época, pero no vino a cambiarlo todo. Lo primero que hizo fue ser judío y defender la ley de Moisés. Sólo rechazaba la forma de aplicar esta ley por parte de los fariseos y los maestros de la ley. También criticaba Jesús a los fariseos, gente fanática en su forma de entender la religión y que hoy en día pueden tener ciertas similitudes con algunos sectores ultraconservadores de los laicos católicos que se indignan cuando alguien hace cualquier comentario en contra de alguna norma de la Iglesia. Algunos ateos dicen en los blogs que los católicos somos gente "abducida" y algunos realmente lo parecen cuando se escandalizan con las críticas sin ni siquiera analizar si es verdad o no.
En una revista hace unos días aparecía un artículo de la periodista Ángeles Caso, en el que defendía que las mujeres pudieran ejercer el sacerdocio y en las siguientes publicaciones de la revista aparecieron un aluvión de cartas de católicos muy ofendidos que la tachaban de atea y le decían que se metiera con los musulmanes y dejara tranquilos a los católicos que estábamos muy bien así.
El otro día fui a ver el Cádiz en el estadio en un partido aburridísimo. Hubo gente que se enfadaba con los jugadores insultándolos y pitándoles y había otros a los que no les parecía bien que estos aficionados no defendieran a su equipo. En realidad es una situación parecida, unos son aficionados fanáticos y los que les critican por jugar mal quieren a su equipo igual o más que los otros pero saben reconocer cuando lo hacen mal y hacen algo para que reaccionen y cambien su forma de jugar.
A toda esa gente que está en contra de la Jerarquía de la Iglesia y que lee mi blog les digo que si creen en Jesús y en su mensaje, lo busquen en la Eucaristía y en la Palabra de Dios leída en comunidad, que aunque el verdadero templo está en nuestro corazón, cuando dos o más se reúnen en su nombre ahí se hace más presente. Y que hagan como Él e intenten cambiar lo que no les gusta de la Iglesia desde dentro como hizo Jesús con la religión judía. Es cierto que uno solo no puede cambiar el mundo pero seguro que en alguna parroquia hay gente dispuesta a luchar para que vayan cambiando las cosas. Por eso también les digo a los sacerdotes y miembros de la Jerarquía eclesial que si hay alguien que intente cambiar las cosas no hagan como los sacerdotes que pretendían crucificar a Jesús para evitarse problemas con los romanos y no utilicen su autoridad para echarlos de las iglesias.