viernes, 28 de octubre de 2011

Todo pasa por algo

Hay muchas situaciones difíciles en la vida, en las que parece que nada tiene sentido y que no quedan fuerzas para salir adelante.
Hace poco el P. Jesús García Cornejo dijo en una homilía: "Hay que experimentar la sombra para poder ver la luz. O al revés, hay que pasar por la luz para poder entender la sombra".
Esto me hizo reflexionar que todo pasa en la vida por algo, aunque de momento no lo entendamos. Incluso puede que los problemas hagan tambalearse nuestras creencias y nos enfademos con Dios porque pensemos que está siendo demasiado injusto con nosotros y hacer que sintamos ansiedad, rabia, impotencia, miedo, tristeza, depresión... Pero todo esto está en los planes de Dios y es necesario que ocurra para que podamos "ver la luz".
Pero no podemos quedarnos en esas sensaciones negativas. Es lógico que las sintamos porque somos humanos y a veces no confiamos en Dios lo suficiente. El mismo apostol Pedro, cuando Jesús le dijo que caminara hacia Él sobre el agua tuvo miedo de la tempestad y empezó a ahogarse, pero Jesús le tendió la mano, lo sacó del agua y le dijo: ¿Por qué has dudado?
Igual que Pedro, nosotros también podemos tener la terrible sensación de estar ahogándonos, por dudar de que Dios esté ahí para sacarnos del atolladero, porque somos humanos y débiles, pero luego hay que levantar la mirada y ver a Dios que está ahí tendiéndonos la mano para ayudarnos. Muchas veces en la vida tenemos la sensación de que Dios nos aprieta, pero luego le pedimos ayuda y todo se soluciona y entonces le encontramos sentido a todo, y "entendemos las sombras". Y cuando hemos visto la luz nos damos cuenta de que ese sufrimiento nos ha hecho más pacientes, nos ha enseñado a valorar más las pequeñas cosas, nos ha hecho más fuertes o nos ha hecho tener más fe, y por lo tanto más felices. Pero si no somos capaces de superarlo y nos quedamos anclados en el pesimismo, no solo no vamos a ser felices sino que vamos a desencadenar otra serie de problemas derivados de nuestra actitud, y podemos estropear la relación que tenemos con los que nos rodean y crear un círculo vicioso del que es difícil salir.
En esos momentos nos preguntamos: Y ahora, ¿dónde está Dios? y analizando otra frase del P. Jesús: "Dios está justo ahí, en el sufrimiento", descubrimos que Dios se hace más presente en las situaciones difíciles y en las personas que más lo necesitan como dicen las Bienaventuranzas. De hecho es cuando más lo necesitamos y cuando más recurrimos a Él. Si todo nos va bien, nos volvemos autosuficientes y creemos que nos basta y nos sobra con las cosas materiales. Además, precisamente ahora con la crisis tenemos un claro ejemplo de que en situaciones difíciles se dan más valores como la solidaridad o la amistad. Así que tenemos que aprovechar el sufrimiento para buscar a Dios, para crecer como personas, aprender a confiar en Él y no querer tener el control absoluto de nuestra vida, aunque muchas veces no entendamos sus planes; y tomar la vida como viene, porque todo lo que nos pase siempre tiene algo positivo aunque tengamos que esperar a "pasar a la luz para entender las sombras".

domingo, 9 de octubre de 2011

Gracias a algunos sacerdotes

A veces uno se acerca a la Iglesia buscando una respuesta a las preocupaciones de cada día y sale de allí sintiéndose un poco más feliz. Este artículo está dedicado a algunos sacerdotes que con su actitud nos hacen la vida un poco más agradable a los demás.

Gracias a los sacerdotes por ser generosos y entregar su vida sin pedir nada a cambio.
Por ser valientes y renunciar para siempre a compartir su vida con otra persona
Por mantenerse firmes a pesar de las críticas, sobre todo en estos tiempos de anticlericalismo
Por ser coherentes con su vida dando ejemplo y mostrando la actitud que debemos seguir
Por ser humildes
Por no quejarse aunque a veces tengan motivos para ello
Por dialogar en vez de imponer
Por tratarnos como si fuéramos hermanos de su propia familia y dar lo mejor de sí mismos
Por ser serviciales y no tener horarios
Por acercarse a la gente en vez de juzgarlas
Por ser fieles al modelo de Jesucristo en el Evangelio
Por disfrutar lo que hacen porque eso se nota y se transmite a los demás
Por mostrarse alegres aunque no siempre tengan ganas de sonreir
Por ser intermediarios entre Dios y nosotros
Por compartir con nosotros su experiencia de Dios
Por ser buenos "pastores" y cuidar de que no les falte consuelo o esperanza a sus "ovejas"
Por no dejarse llevar por la rutina y celebrar la Eucaristía como el primer día
Por tener una actitud más cercana que solemne
Por hacernos sentir la Eucaristía como algo positivo para nuestra vida, no como una obligación
Por mostrarnos la presencia de Dios cada Eucaristía
Por seguir creyendo en una Iglesia que busque realmente a Dios en vez de la que va sólo a cumplir un precepto
Por seguir transmitiendo entusiasmo a pesar de no ver resultados


Hay quien pueda pensar que ser sacerdote no es más que un trabajo remunerado como otro cualquiera, y no dudo que haya sacerdotes que se comporten como si fuera así, pero tendríamos que fijarnos más en los que pudiendo haber elegido caminos más fáciles en la vida, han preferido entregarse a los demás sin esperar nada a cambio y lo hacen además de corazón.
En estos tiempos en los que es tan necesaria la esperanza se pide para que haya muchas vocaciones sacerdotales. Yo más bien pido para que, muchos o pocos, haya buenos sacerdotes a los que esta sociedad tanto necesita aunque ni siquiera lo sepa.