Hay muchas situaciones difíciles en la vida, en las que parece que nada tiene sentido y que no quedan fuerzas para salir adelante.
Hace poco el P. Jesús García Cornejo dijo en una homilía: "Hay que experimentar la sombra para poder ver la luz. O al revés, hay que pasar por la luz para poder entender la sombra".
Esto me hizo reflexionar que todo pasa en la vida por algo, aunque de momento no lo entendamos. Incluso puede que los problemas hagan tambalearse nuestras creencias y nos enfademos con Dios porque pensemos que está siendo demasiado injusto con nosotros y hacer que sintamos ansiedad, rabia, impotencia, miedo, tristeza, depresión... Pero todo esto está en los planes de Dios y es necesario que ocurra para que podamos "ver la luz".
Pero no podemos quedarnos en esas sensaciones negativas. Es lógico que las sintamos porque somos humanos y a veces no confiamos en Dios lo suficiente. El mismo apostol Pedro, cuando Jesús le dijo que caminara hacia Él sobre el agua tuvo miedo de la tempestad y empezó a ahogarse, pero Jesús le tendió la mano, lo sacó del agua y le dijo: ¿Por qué has dudado?
Igual que Pedro, nosotros también podemos tener la terrible sensación de estar ahogándonos, por dudar de que Dios esté ahí para sacarnos del atolladero, porque somos humanos y débiles, pero luego hay que levantar la mirada y ver a Dios que está ahí tendiéndonos la mano para ayudarnos. Muchas veces en la vida tenemos la sensación de que Dios nos aprieta, pero luego le pedimos ayuda y todo se soluciona y entonces le encontramos sentido a todo, y "entendemos las sombras". Y cuando hemos visto la luz nos damos cuenta de que ese sufrimiento nos ha hecho más pacientes, nos ha enseñado a valorar más las pequeñas cosas, nos ha hecho más fuertes o nos ha hecho tener más fe, y por lo tanto más felices. Pero si no somos capaces de superarlo y nos quedamos anclados en el pesimismo, no solo no vamos a ser felices sino que vamos a desencadenar otra serie de problemas derivados de nuestra actitud, y podemos estropear la relación que tenemos con los que nos rodean y crear un círculo vicioso del que es difícil salir.
En esos momentos nos preguntamos: Y ahora, ¿dónde está Dios? y analizando otra frase del P. Jesús: "Dios está justo ahí, en el sufrimiento", descubrimos que Dios se hace más presente en las situaciones difíciles y en las personas que más lo necesitan como dicen las Bienaventuranzas. De hecho es cuando más lo necesitamos y cuando más recurrimos a Él. Si todo nos va bien, nos volvemos autosuficientes y creemos que nos basta y nos sobra con las cosas materiales. Además, precisamente ahora con la crisis tenemos un claro ejemplo de que en situaciones difíciles se dan más valores como la solidaridad o la amistad. Así que tenemos que aprovechar el sufrimiento para buscar a Dios, para crecer como personas, aprender a confiar en Él y no querer tener el control absoluto de nuestra vida, aunque muchas veces no entendamos sus planes; y tomar la vida como viene, porque todo lo que nos pase siempre tiene algo positivo aunque tengamos que esperar a "pasar a la luz para entender las sombras".
Llevas razón en este artículo pero, ¿qué ocurre cuando Dios no nos ayuda en una petición que le hemos hecho? Como humanos tendemos a dudar de Él y de su Divinidad.
ResponderEliminarHay situaciones en las que las sombras son tan grandes que no ves la luz. ¿Qué pasa en esos casos? Mucha gente que también se pregunta: "Si Dios es tan grande, ¿por qué permite esto?"
Quizá yo tampoco tenga lsa respuestas a estas preguntas pero si quiero terminar diciendo que no se por qué razón pero HAY QUE CONFIAR MÁS EN DIOS.
Y a Dios decirle que si alguna vez no confiamos lo suficientemente en Él, que nos entienda porque somos humanos, y como humanos tenemos fallos ya que Él no nos creó perfectos.