sábado, 11 de septiembre de 2010

EL SUFRIMIENTO Y SUS POSIBLES SOLUCIONES

Vivimos en una sociedad en la que vamos muy deprisa. No dedicamos apenas tiempo a educar a nuestros hijos. Cuando llegamos a casa estamos tan cansados que les damos todo lo que nos pidan por no discutir con ellos. Y esto hará que los niños del mañana tengan cada vez menos tolerancia a la frustración y no estén preparados para los problemas a los que quizá se van a tener que enfrentar en el futuro.
En la vida no todo es color de rosa. Damos por hecho que nuestros padres nos van a querer, que vamos a tener una buena salud, que vamos a encontrar un buen trabajo y una pareja que nos quiera siempre. Pero,¿qué pasa cuando esto no ocurre así?
Nos encontramos con una sociedad que sufre mucho aunque tiene muchas cosas materiales.
No estamos preparados para soportar que nuestra pareja nos abandone. Todos los días oímos casos de mujeres asesinadas por sus parejas, que no soportan que éstas les abandonen. Hay muchas mujeres que, aunque no llegan a morir, viven muchos años muertas en vida porque dependen emocionalmente de ellos y piensan que no tienen otra salida que aguantarlos. Y también hay muchos hombres que no saben reaccionar cuando ella los abandona y que también sufren mucho. Y reaccionan de la peor manera, asesinándolas.
También hay adolescentes que viven en un hogar desestructurado, donde sus padres se han separado y su madre no da abasto con la casa y el trabajo o, viven juntos y se pasan todo el día discutiendo y creando un ambiente de tensión. Es difícil formar una personalidad viviendo este tipo de situaciones. Muchos de ellos reaccionan mal, sacando toda la rabia y tensión que llevan dentro con los demás y teniendo un comportamiento violento.
Otro problema que nos podemos encontrar, y para el que tampoco estamos preparados es para quedarnos sin trabajo o no tener dinero para sobrevivir. Es angustioso ver que tu casa o tu negocio tiene muchas deudas que pagar y tú no puedes hacer frente a lo que se te viene encima. Esto crea ansiedad y desesperación, sobre todo si además tienes hijos a los que mantener.
Otro palo fuerte que nos puede dar la vida es la enfermedad y la muerte. Y para esto sí que no estamos preparados, no sólo para la nuestra, sino para la de quienes nos rodean.
Aquí podemos sentir preocupación y ansiedad, cuando vemos que no nos curamos. Incluso miedo de no saber cómo vamos a evolucionar nosotros o la persona que está enferma. Y si ocurre lo peor y fallece, nos negamos a aceptarlo. No estamos preparados, sobre todo, si es alguien joven.
Hablar de estos problemas no es algo negativo. Es simplemente abrir los ojos, ver la realidad y, sobre todo, buscar herramientas que nos ayuden a enfrentarnos a ellas.
Muchas veces recurrimos a quienes nos rodean para que nos ayuden. Pero, si son cercanos a nosotros, quizá tampoco están preparados para afrontar esto que nos pasa, y si son de nuestro entorno más lejano, puede nos encontremos con algunos que sientan sólo curiosidad o peor, lástima, que es lo que más daño nos puede hacer en estos momentos.
Sin embargo, nos queda otra salida, que es la que utilizamos en situaciones desesperadas: rezar; pedirle a Dios que nos quite este sufrimiento, que ya no podemos más. Y en realidad es muy positivo que hagamos esto, porque además teniendo esperanza es más fácil sobrellevar los problemas. Muchas veces Dios nos ayuda y estamos muy agradecidos por esto. Pero otras veces no sucede así y dejamos de creer en Él porque creemos que nos ha abandonado.
Sería bueno que pensáramos en algunos momentos de la Pasión de Cristo que recordamos cada año en Semana Santa, cuando Jesucristo crucificado, le dice a Dios: "¿Por qué me has abandonado?" porque no entiende que Dios pueda permitir eso. Sin embargo, Dios lo tenía todo pensado, como pasa en nuestras vidas, que aunque no entendamos nada, Él lo tiene todo planeado aunque no lo entendamos.
Así que si alguna vez nos encontramos con alguna situación insoportable en nuestra vida, o mejor, desde ya, en los pequeños problemas de cada día, podemos hablar con Dios, y, acordándonos de otro momento de la Pasión de Cristo, decirle: "Padre, aparta de mí este cáliz, pero que sea tu voluntad, y no la mía".

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