Empieza un nuevo curso y con él la vuelta a las actividades cotidianas: las clases, las actividades lúdicas.
Los niños pequeños están deseando volver al colegio para ver a sus amigos y porque se lo pasan bien aprendiendo cosas nuevas. Los más mayores ya no tanto. En realidad lo hacen por obligación, ellos preferirían seguir la vida que han llevado en verano sin responsabilidades pensando sólo en divertirse. Pero se adaptan como pueden. Algunos intentan llevar el mismo ritmo del verano hasta que llegan los exámenes, y entonces vienen los primeros suspensos. Las madres se enfadan con ellos y empiezan a presionarlos y ellos necesitan evadirse más todavía para escapar de las presiones de su madre. Es un círculo vicioso difícil de romper.
Los niños pequeños están deseando volver al colegio para ver a sus amigos y porque se lo pasan bien aprendiendo cosas nuevas. Los más mayores ya no tanto. En realidad lo hacen por obligación, ellos preferirían seguir la vida que han llevado en verano sin responsabilidades pensando sólo en divertirse. Pero se adaptan como pueden. Algunos intentan llevar el mismo ritmo del verano hasta que llegan los exámenes, y entonces vienen los primeros suspensos. Las madres se enfadan con ellos y empiezan a presionarlos y ellos necesitan evadirse más todavía para escapar de las presiones de su madre. Es un círculo vicioso difícil de romper.
En esta situación se encuentran muchos padres preocupados porque saben lo importante que es para sus hijos una buena preparación para el futuro y ven como están tirando su vida por la borda. También están preocupados sus profesores, que ya no saben qué hacer para que el aprendizaje resulte atractivo y motivador para sus alumnos. Se han producido muchas innovaciones en el campo de las nuevas tecnologías en el aula, pero el resultado no ha mejorado demasiado.
Lo que falla es la motivación. Ellos estudian primero porque sus padres les obligan, y los más responsables, porque necesitan un título para poder trabajar en un futuro. Por eso intentan hacer el mínimo esfuerzo para conseguir ese título. La verdad es que muchas veces se preguntan y con razón qué relación pueden tener las materias que les están impartiendo para el futuro desarrollo de su profesión. Y es que es incomprensible, por ejemplo, que un alumno tenga que saber la localización exacta de Kazajstán pero no conozca los municipios de su localidad o comunidad, ni siquiera las comarcas de su provincia. O que vaya al médico y no tenga ni idea de dónde está la glándula tiroidea pero se le exija que describa perfectamente el organismo de un caracol.
En realidad ni en el colegio ni en casa nadie les hace ver la importancia de aprender. Sólo quienes se han visto privados de este privilegio saben valorar el gusto de aprender por aprender, como es el caso de muchas mujeres mayores que siempre han querido aprender a leer y escribir y no han tenido esa oportunidad, y lo hacen de mayores por voluntad propia y con mucha dedicación y entusiasmo. Resulta curioso que los mismos chavales que fracasan en el colegio son muy disciplinados en otras actividades de ocio que realizan por propia iniciativa. Y es que uno sólo hace algo cuando realmente es él quien está convencido de que quiere hacerlo. Si no, lo que haga no tendrá ningún sentido. A esas mujeres mayores a las que sus padres sacaron del colegio para que fueran a trabajar, la sociedad les ha demostrado que aprender es importante para desenvolverse en la vida. En nuestras manos está que esos chavales comprendan el valor del conocimiento y deseen aprender por sí mismos.
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