jueves, 28 de octubre de 2010

La Religión, opio del pueblo

El otro día leí un artículo en el Diario de Cádiz en el que el autor hablaba de la pasividad que hay en las sociedades de países desarrollados con respecto a temas que nos interesan a todos. Decía que en los países subdesarrollados la gente lucha por mejorar su situación económica, política o religiosa. Sin embargo, en algunos países desarrollados nos conformamos con todo lo que nos pase aunque no estemos de acuerdo, intentando buscar el lado positivo de las cosas para no complicarnos la vida y recuperar nuestro equilibrio interior.
Aunque no todo el mundo piensa así. Hay mucha gente a la que le preocupa la política porque en realidad nos afectan directamente todas las decisiones que toman los políticos a nivel económico, laboral, legal, sanitario, etc. Pero viendo la situación actual uno se da cuenta de que por mucho que protestemos todos, los políticos sólo se preocupan por mejorar su imagen de cara a unas elecciones y poder seguir en el sillón, en vez de preocuparle realmente la situación de los ciudadanos.
En un artículo de este blog escribí que había varias formas de afrontar la vida, y entre ellas, estaba o cambiar lo que nos rodea, por un lado, y cambiar nuestra forma de aceptar la realidad, por otro. En la mayoría de mis artículos del blog yo hablo de posibles formas de aceptar lo que nos rodea cambiando nuestra mente o nuestro espíritu a través de la religión. De ahí viene la frase de Carlos Marx: "La religión es el opio del pueblo", porque la gente en vez de rebelarse se adormece pensando que hay que aceptar la voluntad de Dios.
Sin embargo, la función de la religión, o del cristianismo al menos, no es esa. Más bien todo lo contrario, es precisamente cambiar este mundo y hacerlo mejor, teniendo en cuenta el mensaje de Jesucristo, que vino a este mundo a traer justicia y esperanza para los más pobres y que se acercó precisamente a todos los sectores excluidos de la sociedad de su tiempo y nos envió a llevar su mensaje y a ayudar a los más necesitados.
En la vida hay cosas que se pueden cambiar y otras que no. Yo, desde este modesto blog, lo único que pretendo es transmitir esperanza y optimismo al que lo lea para que tenga fuerzas para cambiar lo que sí se puede cambiar y paciencia con lo que no se puede cambiar.

martes, 26 de octubre de 2010

SUPERAR UN PROBLEMA EN LA VIDA

Muchas veces en la vida nos sentimos frágiles y débiles. ¿Quién no ha pensado alguna vez: "no sé si voy a poder con esto que me ha caído encima"? En la vida hay situaciones complicadas para las que nadie nos ha preparado: la enfermedad o la muerte de un familiar, un divorcio, perder el empleo o jubilarse, ver cómo los hijos abandonan el hogar, tener que hacer frente a alguna actividad para la que no nos sintamos preparados, etc. En definitiva, situaciones que nos bloquean en nuestra vida diaria.

Ante estas situaciones tendemos a negarlas y no enfrentarnos a ellas. A veces lo hacemos inconscientemente evitando hablar de lo que nos preocupa y distrayéndonos con otras cosas para no pensar. Otras veces sí pensamos, pero lo hacemos para amargarnos y sentir que el mundo va por un lado y nosotros por otro, que ya no hay nada bueno que la vida pueda ofrecernos.

En realidad no somos tan fuertes como pensamos, ya la vida se encarga de recordárnoslo. Somos frágiles como niños pequeños, no toleramos bien las frustraciones. Enseguida se nos baja la autoestima y sentimos que no servimos para nada.

Cuando un niño está aprendiendo a andar y se cae, se pone a llorar. Entonces su padre le dice que no se preocupe, incluso le sonríe cariñosamente, porque sabe que para llegar a andar tendrá que caerse muchas veces. La vida es un duro aprendizaje donde nos caemos, pero no nos acordamos de que todo lo que nos pasa nos hace más fuertes y nos prepara para situaciones futuras a las que nos tendremos que enfrentar.

Por eso hay que enfrentarse al problema, no evadirse de él con pastillas, como hace la gente en algunos casos, y no tener miedo de afrontarlo, sino aceptarlo, pensando que lo vamos a superar y, cuando lo consigamos, nos vamos a sentir más fuertes y vamos a ser más felices.

Para esto nos puede ayudar tener fe en Dios; así no nos vamos a sentir solos, porque aunque nosotros seamos frágiles, Él puede hacerlo todo. Pero no debemos pensar que si no nos resuelve el problema, es que no está ahí, porque Él tiene sus planes para todos nosotros y, como un buen Padre, quiere lo mejor aunque nos duela. Es mejor escucharle a Él y pedirle fuerzas para que podamos superar el bache en el que estamos. A lo mejor, su mirada y su sonrisa cariñosa nos da fuerza para levantarnos del suelo y seguir aprendiendo a caminar por la vida.

jueves, 21 de octubre de 2010

Las Cofradías y sus obligaciones en la Iglesia

El viernes 8 de octubre el ex-Presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Rafael Corbacho, dio una Conferencia en la sede del Consejo, organizada por la Cofradía de la Santa Cena titulada "La Iglesia de Cádiz y sus hermandades y cofradías en 1960".
En ella, entre otras cosas, decía que las Cofradías, al contrario de lo que muchos cofrades piensan, no son soberanas, es decir, no tienen poder para tomar decisiones dentro de la Iglesia. Es más, las cofradías son: "Asociaciones creadas por la Iglesia y están bajo la tutela, dirección y control de ésta". Además decía que los cofrades tienen un gran desconocimiento de las obligaciones y derechos de las cofradías con respecto a la Iglesia.
Yo tenía entendido que las Cofradías eran autónomas porque para eso tienen sus Estatutos de Hermandad, pero si alguien que lea esto sabe hasta qué punto son autónomas las cofradías, le agradecería que me lo dijera. Tampoco sabía que fueran creadas por la Iglesia, si es que con lo de "Iglesia"se refiere a los sacerdotes, porque las Cofradías son Iglesia, al igual que el resto de los laicos. Sí sabía que tienen un Director espiritual que las tutela, pero no que tuvieran control sobre éstas. En cuanto a las obligaciones sí sé que tienen la obligación de ir a los cultos mensuales de las parroquias donde están ubicados.
Sin embargo, respecto a ésto último, no creo que ningún cofrade vaya a ir a los cultos mensuales de su cofradía por obligación, si es esto lo que pretenden los que defienden esto. En otros tiempos, tal vez, pero hoy no. Y en el caso de que lo hicieran, no serviría de nada ni para él ni para nadie.
Todo lo que hacemos en la vida lo hacemos por una motivación. En nuestro tiempo libre, tenemos a nuestra disposición una gran oferta de posibilidades para divertirnos. Si vamos al cine, es porque nos gustan los actores o la trama de la película; si vamos a ver un partido de fútbol, vamos porque nos gusta nuestro equipo (o porque tenemos la esperanza de verlo ganar), si salimos con nuestros amigos, es porque nos apetece charlar con ellos. Bastante tenemos con nuestras obligaciones diarias como para tener que obligarnos a hacer algo el fin de semana, ¿no?
Un cofrade es alguien que tiene fe en una Imagen y al que le gusta darle culto externo a esta Imagen. Además le gusta vivir y compartir esta fe en su Hermandad. Nadie le obligó a apuntarse a su Cofradía, lo hizo porque le gustaba.
Sí creo que los cofrades deben ir a los cultos mensuales de su Cofradía porque el Cristo al que tienen tanta fe está en la Comunión y en la Palabra de Dios de las misas, pero no creo que deban hacerlo por obligación. Los que sí tienen obligación de transmitir esto a los cofrades son los mismos que pretenden que vayan a misa por obligación: Directores espirituales, Hermanos Mayores, Consejo de Hermandades y Cofradías...

martes, 19 de octubre de 2010

El estrés y la meditación

Por estas fechas ya están en marcha todas las actividades de principio de curso. Algunas personas empiezan a sobrecargarse de actividades y no sólo a ellos mismos sino también a sus hijos. Otras veces sin embargo, el estrés se debe a situaciones inevitables del día a día por el trabajo o por las presiones que en mayor o menor medida tenemos todos en la vida: estar parados, la enfermedad, problemas de convivencia, etc. El caso es que vivimos estresados. Y este estrés nos trae muchos problemas luego en las relaciones con los que nos rodean y en el rendimiento en el trabajo y en los estudios.
Hay gente que no les pone remedio y son infelices por todo esto. Otros terminan acudiendo a un psiquiatra, que también ayuda a analizar la situación (eso siempre que no se limite a recetar psicofármacos), pero al final el que tiene que solucionar el problema es la propia persona.
Tenemos otra opción que recomiendan los psicólogos que es la meditación, simplemente pensar en nuestra vida y analizar la situación, como haría un psicólogo y pedir a Dios que nos ayude a solucionar nuestros problemas; en otras palabras, rezar. A veces el mismo ritmo de vida que llevamos no nos deja parar y hacer esto. Además nos resulta extraño rezar solos en nuestra casa. Es como hacer deporte, que es más fácil hacerlo en grupo que uno sólo en casa. Por eso podemos aprovechar los lugares que tenemos a nuestra disposición como son las Iglesias, y en ellas, las comunidades parroquiales.
Hay gente que piensa que no necesita ir a la Iglesia porque con creer en Dios tienen bastante, pero muchas veces, y sobre todo, con los golpes que va dando la vida, no nos basta con nuestra fe individual. Somos como las flores de un árbol, que van recibiendo la vida mientras están en él. Pero cuando las arrancan, aunque se ven muy bonitas en un jarrón, y por más agua que se le eche, ya no reciben la savia del árbol que les da vida, y acaban marchitándose. Por eso, podemos probar a engancharnos al árbol de la vida, que es vivir la fe en comunidad, porque como dijo Jesús: "Cuando dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo".



miércoles, 13 de octubre de 2010

La Buena Nueva

El otro día vi en la tele una buena película "La Buena Nueva", que trataba sobre la posición de la Iglesia en la época franquista.
Por un lado se veía la postura de la jerarquía, que apoyaba a la Falange y éstos, los falangistas, se servían del apoyo de la Iglesia para que el Régimen de Franco triunfara en España. Por otro lado se veía la postura del protagonista, un sacerdote joven que es destinado a un pueblo en el que tiene que elegir entre sus creencias y las que le impone la jerarquía eclesiástica. El sacerdote protagonista de la película sólo quería predicar el Evangelio y ayudar a los más pobres, tal como Jesucristo encomendó a los apóstoles. Pero la jerarquía sólo estaba preocupada de preservar su Institución eclesiástica. Supongo que no fueron tiempos fáciles, porque o apoyabas al Régimen o te condenabas a morir fusilado. Pero también la Iglesia tuvo que pagar caro este error porque aunque en la película no aparece, los del otro bando cometieron muchas atrocidades contra la Iglesia.
Cuando yo nací Franco ya había muerto y siempre he tenido conocimiento de la época franquista de oídas (bueno, estudié en un colegio de monjas y allí el franquismo tardó unos diez años en desaparecer). Siempre he pensado que esta alianza Iglesia-Dictadura pertenecía al pasado, pero ahora no estoy tan segura. Para empezar, la película no pudo emitirse hasta hace pocos años porque en 1995 no le permitieron hacerlo, cuando lo único que hace es reflejar una realidad histórica.
Hoy en día tenemos la herencia de aquellos tiempos. Por un lado están los hijos y nietos de los que apoyaban al Régimen, que fueron obligados a cumplir con las obligaciones religiosas durante muchos años, y que tal vez algunos ahora que hay más libertad se quieren liberar de ese yugo que les fue impuesto en las Iglesias o los colegios religiosos. De entre éstos que iban a misa por cumplir, aún quedan algunos que piensan que sólo por ir a misa ya son mejores personas que los que no van. Por otro lado están los nietos de aquellos "rojos" que han heredado por tradición esa animadversión hacia la Iglesia. Y por otro lado, están los sacerdotes, que en la época franquista vieron cómo la clase obrera quemaba las Iglesias y martirizaban a los miembros del clero sólo por llevar una sotana y que más tarde con la democracia han visto la rebeldía de la sociedad que se opone no sólo a ir a misa sino a todos los valores morales que había en otros tiempos.
Es una pena que estas actitudes que pertenecen al pasado priven a mucha gente de vivir con plenitud la alegría de la Buena Nueva, que todos necesitamos para seguir adelante en nuestra vida. Así que creo que todos deberíamos hacer un esfuerzo por dejar a un lado las susceptibilidades cada uno en su postura.
Los sacerdotes deberían contagiar a la sociedad la alegría de sentir a Dios como alguien cercano que está con nosotros cada día acercándose a la sociedad, a pesar de su rechazo, y viendo qué hay de bueno en ellos. Seguro que se sorprenderían de ver cuánta gente tiene fe en Dios. Como un buen padre, y como prueba de que están avanzando con los tiempos, deberían dar un voto de confianza a los laicos (miembros de comunidades, jóvenes, cofradías...) confiando en su madurez y guiándoles con diálogo y buena voluntad, dejando crecer la cizaña entre las espigas, si hace falta, y no arrancándolas de raíz, interviniendo sólo en los asuntos que van contra el Amor a los demás, que es el único mandamiento importante, y no imponiendo las decisiones por decreto como se solía hacer en otros tiempos que ya todos deberíamos olvidar. Seguro que serían más queridos por sus fieles y conseguirían mejor sus propósitos de evangelizar.
Los que se vieron obligados a ir a misa en su día deberían hacer un esfuerzo por dejar de ver a la Iglesia como una institución autoritaria, ya que la mentalidad de la jerarquía está cambiando poco a poco, empezando por el Papa, que está dando ejemplo de humildad reconociendo los errores de la Iglesia y animando a vivir la fe con pasión y convencimiento, no con sumisión. Y los que nos hemos alejado de la Iglesia rebelándonos frente al autoritarismo de algunos sacerdotes, que no tengamos miedo de abrir nuestro corazón a Dios en la Eucaristía y démosle un voto de confianza y trabajemos conjuntamente con ellos en vez de querer hacer las cosas sólo a nuestra manera. Dialogando sin miedo a decir lo que no nos gusta es una forma de contribuir a que la Iglesia, a la que todos los bautizados pertenecemos, vaya cambiando y no marcharnos y criticar desde la distancia, porque como ocurre con los padres, aunque uno se rebela frente al autoritarismo, al final reconoce que tienen buena intención aunque cometan muchos errores.













sábado, 9 de octubre de 2010

Nuestra Señora del Rosario

El día 7 de Octubre fue el día de nuestra Patrona la Virgen del Rosario, alcaldesa perpetua de la ciudad y sobre todo, madre de todos los gaditanos.
Todos los años recorre las calles de Cádiz y todos los años la gente se congrega para verla con fe y devoción, pero cada año es diferente. Es curioso el poder que tienen las imágenes religiosas para transmitir distintas sensaciones cada vez que las vemos y ver en su rostro una expresión diferente cada año. Según nuestros problemas personales, nuestra fe o nuestra actitud nos transmite algo diferente a cada uno de nosotros en cada momento. Y según lo que nos transmite es nuestra oración cuando pasa junto a nosotros produciéndose ese momento mágico por el que merece la pena estar varias horas esperando a verla pasar.
Al levantar nuestra vista y mirarla a los ojos por encima de nuestras cabezas, y verla tan grandiosa con esa mirada de seguridad y confianza nos sentimos pequeños y débiles y ahí es cuando sentimos la necesidad de pedirle ayuda. Son sólo unos segundos, pero nuestra oración es intensa.
El jueves la Virgen del Rosario nos miraba a todos con amor de madre y nos ofrecía su protección para que no nos sintiéramos solos en el camino que cada uno tenemos que recorrer cada día y nos recordaba que Ella siempre está ahí para que recurramos a Ella siempre que lo necesitemos.