El otro día leí un artículo en el Diario de Cádiz en el que el autor hablaba de la pasividad que hay en las sociedades de países desarrollados con respecto a temas que nos interesan a todos. Decía que en los países subdesarrollados la gente lucha por mejorar su situación económica, política o religiosa. Sin embargo, en algunos países desarrollados nos conformamos con todo lo que nos pase aunque no estemos de acuerdo, intentando buscar el lado positivo de las cosas para no complicarnos la vida y recuperar nuestro equilibrio interior.
Aunque no todo el mundo piensa así. Hay mucha gente a la que le preocupa la política porque en realidad nos afectan directamente todas las decisiones que toman los políticos a nivel económico, laboral, legal, sanitario, etc. Pero viendo la situación actual uno se da cuenta de que por mucho que protestemos todos, los políticos sólo se preocupan por mejorar su imagen de cara a unas elecciones y poder seguir en el sillón, en vez de preocuparle realmente la situación de los ciudadanos.
En un artículo de este blog escribí que había varias formas de afrontar la vida, y entre ellas, estaba o cambiar lo que nos rodea, por un lado, y cambiar nuestra forma de aceptar la realidad, por otro. En la mayoría de mis artículos del blog yo hablo de posibles formas de aceptar lo que nos rodea cambiando nuestra mente o nuestro espíritu a través de la religión. De ahí viene la frase de Carlos Marx: "La religión es el opio del pueblo", porque la gente en vez de rebelarse se adormece pensando que hay que aceptar la voluntad de Dios.
En un artículo de este blog escribí que había varias formas de afrontar la vida, y entre ellas, estaba o cambiar lo que nos rodea, por un lado, y cambiar nuestra forma de aceptar la realidad, por otro. En la mayoría de mis artículos del blog yo hablo de posibles formas de aceptar lo que nos rodea cambiando nuestra mente o nuestro espíritu a través de la religión. De ahí viene la frase de Carlos Marx: "La religión es el opio del pueblo", porque la gente en vez de rebelarse se adormece pensando que hay que aceptar la voluntad de Dios.
Sin embargo, la función de la religión, o del cristianismo al menos, no es esa. Más bien todo lo contrario, es precisamente cambiar este mundo y hacerlo mejor, teniendo en cuenta el mensaje de Jesucristo, que vino a este mundo a traer justicia y esperanza para los más pobres y que se acercó precisamente a todos los sectores excluidos de la sociedad de su tiempo y nos envió a llevar su mensaje y a ayudar a los más necesitados.
En la vida hay cosas que se pueden cambiar y otras que no. Yo, desde este modesto blog, lo único que pretendo es transmitir esperanza y optimismo al que lo lea para que tenga fuerzas para cambiar lo que sí se puede cambiar y paciencia con lo que no se puede cambiar.