martes, 26 de octubre de 2010

SUPERAR UN PROBLEMA EN LA VIDA

Muchas veces en la vida nos sentimos frágiles y débiles. ¿Quién no ha pensado alguna vez: "no sé si voy a poder con esto que me ha caído encima"? En la vida hay situaciones complicadas para las que nadie nos ha preparado: la enfermedad o la muerte de un familiar, un divorcio, perder el empleo o jubilarse, ver cómo los hijos abandonan el hogar, tener que hacer frente a alguna actividad para la que no nos sintamos preparados, etc. En definitiva, situaciones que nos bloquean en nuestra vida diaria.

Ante estas situaciones tendemos a negarlas y no enfrentarnos a ellas. A veces lo hacemos inconscientemente evitando hablar de lo que nos preocupa y distrayéndonos con otras cosas para no pensar. Otras veces sí pensamos, pero lo hacemos para amargarnos y sentir que el mundo va por un lado y nosotros por otro, que ya no hay nada bueno que la vida pueda ofrecernos.

En realidad no somos tan fuertes como pensamos, ya la vida se encarga de recordárnoslo. Somos frágiles como niños pequeños, no toleramos bien las frustraciones. Enseguida se nos baja la autoestima y sentimos que no servimos para nada.

Cuando un niño está aprendiendo a andar y se cae, se pone a llorar. Entonces su padre le dice que no se preocupe, incluso le sonríe cariñosamente, porque sabe que para llegar a andar tendrá que caerse muchas veces. La vida es un duro aprendizaje donde nos caemos, pero no nos acordamos de que todo lo que nos pasa nos hace más fuertes y nos prepara para situaciones futuras a las que nos tendremos que enfrentar.

Por eso hay que enfrentarse al problema, no evadirse de él con pastillas, como hace la gente en algunos casos, y no tener miedo de afrontarlo, sino aceptarlo, pensando que lo vamos a superar y, cuando lo consigamos, nos vamos a sentir más fuertes y vamos a ser más felices.

Para esto nos puede ayudar tener fe en Dios; así no nos vamos a sentir solos, porque aunque nosotros seamos frágiles, Él puede hacerlo todo. Pero no debemos pensar que si no nos resuelve el problema, es que no está ahí, porque Él tiene sus planes para todos nosotros y, como un buen Padre, quiere lo mejor aunque nos duela. Es mejor escucharle a Él y pedirle fuerzas para que podamos superar el bache en el que estamos. A lo mejor, su mirada y su sonrisa cariñosa nos da fuerza para levantarnos del suelo y seguir aprendiendo a caminar por la vida.

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