El día 7 de Octubre fue el día de nuestra Patrona la Virgen del Rosario, alcaldesa perpetua de la ciudad y sobre todo, madre de todos los gaditanos.
Todos los años recorre las calles de Cádiz y todos los años la gente se congrega para verla con fe y devoción, pero cada año es diferente. Es curioso el poder que tienen las imágenes religiosas para transmitir distintas sensaciones cada vez que las vemos y ver en su rostro una expresión diferente cada año. Según nuestros problemas personales, nuestra fe o nuestra actitud nos transmite algo diferente a cada uno de nosotros en cada momento. Y según lo que nos transmite es nuestra oración cuando pasa junto a nosotros produciéndose ese momento mágico por el que merece la pena estar varias horas esperando a verla pasar.
Al levantar nuestra vista y mirarla a los ojos por encima de nuestras cabezas, y verla tan grandiosa con esa mirada de seguridad y confianza nos sentimos pequeños y débiles y ahí es cuando sentimos la necesidad de pedirle ayuda. Son sólo unos segundos, pero nuestra oración es intensa.
El jueves la Virgen del Rosario nos miraba a todos con amor de madre y nos ofrecía su protección para que no nos sintiéramos solos en el camino que cada uno tenemos que recorrer cada día y nos recordaba que Ella siempre está ahí para que recurramos a Ella siempre que lo necesitemos.
Todos los años recorre las calles de Cádiz y todos los años la gente se congrega para verla con fe y devoción, pero cada año es diferente. Es curioso el poder que tienen las imágenes religiosas para transmitir distintas sensaciones cada vez que las vemos y ver en su rostro una expresión diferente cada año. Según nuestros problemas personales, nuestra fe o nuestra actitud nos transmite algo diferente a cada uno de nosotros en cada momento. Y según lo que nos transmite es nuestra oración cuando pasa junto a nosotros produciéndose ese momento mágico por el que merece la pena estar varias horas esperando a verla pasar.
Al levantar nuestra vista y mirarla a los ojos por encima de nuestras cabezas, y verla tan grandiosa con esa mirada de seguridad y confianza nos sentimos pequeños y débiles y ahí es cuando sentimos la necesidad de pedirle ayuda. Son sólo unos segundos, pero nuestra oración es intensa.
El jueves la Virgen del Rosario nos miraba a todos con amor de madre y nos ofrecía su protección para que no nos sintiéramos solos en el camino que cada uno tenemos que recorrer cada día y nos recordaba que Ella siempre está ahí para que recurramos a Ella siempre que lo necesitemos.
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