lunes, 6 de diciembre de 2010

Cambiar de actitud para ser feliz

Últimamente he empezado a ver los capítulos de "Supernanny" en Cuatro, y la verdad es que me ha sorprendido mucho ver cómo se puede modificar la conducta de un niño con sólo cambiar un poco la actitud de los padres hacia ellos.
Básicamente lo que los padres tienen que cambiar es no "etiquetar" a sus hijos, decirles lo que quieren de ellos, premiarles cuando hacen algo bien y prestarles atención y cariño.
Es curioso ver cómo unos niños que son auténticos demonios se convierten en dulces angelitos utilizando estas estrategias de la Supernanny, y uno no sabe ya si el malo era el niño o sus padres que no sabían hacerlo bien.
El problema de estos niños comienza cuando sus padres empiezan a desatenderlos afectivamente. Entonces ellos sienten la necesidad de llamar su atención. Como son niños, no saben expresar la tristeza o el enfado que les produce que sus padres no les hagan caso. Estos a su vez, sólo se dirigen a ellos para reñirles cuando hacen algo mal, y aunque a los niños no les gusta que les riñan, se dan cuenta de que este es el único momento en el que los padres le prestan atención, así que siguen portándose mal inconscientemente para llamar la atención. Entonces sus padres se cansan y le ponen una etiqueta: ¿por qué eres tan "malo"?, le dicen. El niño asimila el mensaje de que es malo y se comporta como tal.
Cuando los padres modifican su conducta y le reconocen que hace cosas buenas, le están quitando esa etiqueta y le demuestran que él es capaz de comportarse de otra forma. Cuando le felicitan por hacer bien las cosas consigue llamar la atención de sus padres, que es lo que él quería y empieza a portarse bien porque ya no necesita portarse mal para que le den atención y cariño.
La vida de estas personas que antes estaban desesperadas, cambia radicalmente y empiezan a ser felices cuando cambian la forma de tratar a su hijo.
Este tipo de actitudes equivocadas las utilizamos con los niños pero también con los adultos que nos rodean: pareja, padres, amigos, etc. Nosotros, por un lado, dejamos de prestar atención a los demás por necesidad o por egoísmo. Y los demás, por otro, tienen muchas veces una actitud infantil, y en vez de expresar lo que sienten, empiezan a tratarnos de manera hostil. Nosotros, como los padres de la Supernanny, como no sabemos lo que les pasa, le ponemos una etiqueta: eres un amargado, o todo lo haces mal, por ejemplo. Y la otra persona entra en un círculo que a veces termina en la ruptura de la pareja si no le ponen remedio. "Como soy un amargado pues tengo que actuar como tal," y está siempre a la defensiva.
Y ni esta persona es un amargado ni lo hace todo mal, ni la otra vive para amargarle la vida a él.
Sólo basta con hablar, expresando claramente lo que queremos del otro, esforzarnos por reconocer las cosas buenas que hacen los demás y prestarles más atención y darle cariño.
Muchas veces en las familias se viven situaciones difíciles y en vez de ponerles remedio tratamos de evadirnos, pero eso no soluciona el problema. Seríamos más felices si estuviéramos dispuestos a cambiar nuestra actitud como hacen los padres que van al programa de la Supernanny, que aunque han tenido una actitud equivocada tienen voluntad de que cambiar lo que haga falta para ser felices en su familia.

2 comentarios:

  1. Tú quieres solucionar un problema en la familia; pones todo de tu parte e intentas hablar con la persona en cuestión, pero... ¿cómo actuas si esa persona se niega a todo lo que tú estás intentado hacer? ¿cómo reaccionas al ver que la otra persona no tiene ningún interés en cambiar ni de poner de su parte para que se llegue a un buen entendimiento?
    Muy fácil en la teoría pero muy, muy difícil en la práctica. Igual que se dice que no hay discusión si uno no quiere, tampoco hay entendimiento si uno no quiere.

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  2. Tienes toda la razón Jose. Yo creo que este tipo de personas son orgullosas. Piensan que los demás tienen la culpa de lo que a ellos les pasa. No reconocen sus propios errores y cuanto más hablas con ellos más están a la defensiva. Y, lo peor de todo, ponen su orgullo por encima del amor que le tienen a esa persona.
    Lo primero que tiene que tener la persona que no reconoce sus errores es voluntad de cambiar si de verdad le importan las personas que le rodean. Y si le importa más su orgullo, es mejor no insistir, sino aceptar que no va a cambiar. Si no, lo que se consigue es forzar la situación y crear más tensión.

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