Todos deseamos cosas en la vida. Cada uno tiene sus motivaciones. Siempre parece que no estamos satisfechos por más que tratemos de llenar nuestros deseos y aspiraciones.
Esto es algo que ocurre desde el principio de la Humanidad. En un principio éramos un todo. Después de la creación del Universo todo se dividió y nos convertimos en piezas de un puzzle incompleto que busca volver a formar parte de un todo de nuevo.Cuando estamos en el vientre de nuestra madre somos un todo con ella y cuando morimos somos un todo con el Universo.
Durante nuestro paso por este mundo buscamos las piezas que nos faltan para sentirnos más realizados, más felices, y formar así el puzzle particular de nuestra vida. Buscamos para sentirnos plenos y llenar el vacío que ya tenemos de por sí : primero, el cariño de nuestros padres, la compañía de nuestros amigos, sentirnos autónomos y libres, aficiones que desarrollen nuestras habilidades, una pareja o un amigo íntimo con quien compartir nuestra vida, un trabajo que nos haga sentirnos realizados, una estabilidad económica, tener un hijo, etc.
Pero esto no siempre es fácil. Y cuando una o varias de estas cosas fallan se desestabiliza nuestra vida. Muchas veces, como ahora en tiempos de crisis, una desgracia te lleva a otra. Por ejemplo, el no tener trabajo o estabilidad económica te puede llevar a tener problemas con la pareja o aislarte de tus amigos.
Cuando no se consiguen llenar estos vacíos intentamos hacer cosas que nos hagan soportar los problemas como caer en la infidelidad, el alcohol, el juego, las drogas, o incluso el suicidio.
Otras veces simplemente buscamos valores materialistas que eleven nuestro ego, como creernos superiores por tener un coche mejor que nuestros amigos o someterse a los últimos tratamientos de belleza para superar a las demás. Y, luego estar siempre rodeado de falsos amigos para alardear de coche, belleza, trabajo, buen sueldo... y así reafirmen nuestro ego. El problema es que esta reafirmación de nuestro ego termina convirtiéndose en egoísmo porque sólo pensamos en llenar en nuestros vacíos y no en los de nuestra pareja, hijos, padres, amigos... Y ellos también están deseando llenar sus vacíos con nuestro cariño, nuestra compañía y nuestra atención.
Además, los valores que promueve esta sociedad materialista (dinero, belleza, sexo...) hace que nos obsesionemos demasiado por conseguirlos. Y cuando los conseguimos volvemos a sentirnos vacíos, así que hay que volver a buscarlos de nuevo. Muchos jóvenes llenan sus vacíos cada fin de semana con alcohol, drogas, sexo... pero al empezar la semana vuelven a estar vacíos. Están pidiendo a gritos a los adultos que les ayuden a llenar sus vacíos ayudándoles a sentirse autónomos y valorados.
Otra alternativa que merece la pena probar es llenar nuestras vidas con Dios. Porque cuando no tenemos dinero o trabajo, problemas con la pareja o los amigos, o no nos sentimos realizados como padres, como hijos o como jóvenes, Dios está ahí para darnos todo su amor de padre y de amigo y para darnos fuerzas para luchar recordándonos que todo lo que necesitamos para salir adelante está en nuestro interior, porque Él nos lo ha dado. Sólo tenemos que abrir los ojos con fe y hablar con Él. Siempre está ahí, dispuesto a calmar nuestra sed con agua viva, con la que no volveremos a tener sed, porque tendremos el manantial de vida en nuestro interior, que es Él.
Esto es algo que ocurre desde el principio de la Humanidad. En un principio éramos un todo. Después de la creación del Universo todo se dividió y nos convertimos en piezas de un puzzle incompleto que busca volver a formar parte de un todo de nuevo.Cuando estamos en el vientre de nuestra madre somos un todo con ella y cuando morimos somos un todo con el Universo.
Durante nuestro paso por este mundo buscamos las piezas que nos faltan para sentirnos más realizados, más felices, y formar así el puzzle particular de nuestra vida. Buscamos para sentirnos plenos y llenar el vacío que ya tenemos de por sí : primero, el cariño de nuestros padres, la compañía de nuestros amigos, sentirnos autónomos y libres, aficiones que desarrollen nuestras habilidades, una pareja o un amigo íntimo con quien compartir nuestra vida, un trabajo que nos haga sentirnos realizados, una estabilidad económica, tener un hijo, etc.
Pero esto no siempre es fácil. Y cuando una o varias de estas cosas fallan se desestabiliza nuestra vida. Muchas veces, como ahora en tiempos de crisis, una desgracia te lleva a otra. Por ejemplo, el no tener trabajo o estabilidad económica te puede llevar a tener problemas con la pareja o aislarte de tus amigos.
Cuando no se consiguen llenar estos vacíos intentamos hacer cosas que nos hagan soportar los problemas como caer en la infidelidad, el alcohol, el juego, las drogas, o incluso el suicidio.
Otras veces simplemente buscamos valores materialistas que eleven nuestro ego, como creernos superiores por tener un coche mejor que nuestros amigos o someterse a los últimos tratamientos de belleza para superar a las demás. Y, luego estar siempre rodeado de falsos amigos para alardear de coche, belleza, trabajo, buen sueldo... y así reafirmen nuestro ego. El problema es que esta reafirmación de nuestro ego termina convirtiéndose en egoísmo porque sólo pensamos en llenar en nuestros vacíos y no en los de nuestra pareja, hijos, padres, amigos... Y ellos también están deseando llenar sus vacíos con nuestro cariño, nuestra compañía y nuestra atención.
Además, los valores que promueve esta sociedad materialista (dinero, belleza, sexo...) hace que nos obsesionemos demasiado por conseguirlos. Y cuando los conseguimos volvemos a sentirnos vacíos, así que hay que volver a buscarlos de nuevo. Muchos jóvenes llenan sus vacíos cada fin de semana con alcohol, drogas, sexo... pero al empezar la semana vuelven a estar vacíos. Están pidiendo a gritos a los adultos que les ayuden a llenar sus vacíos ayudándoles a sentirse autónomos y valorados.
Otra alternativa que merece la pena probar es llenar nuestras vidas con Dios. Porque cuando no tenemos dinero o trabajo, problemas con la pareja o los amigos, o no nos sentimos realizados como padres, como hijos o como jóvenes, Dios está ahí para darnos todo su amor de padre y de amigo y para darnos fuerzas para luchar recordándonos que todo lo que necesitamos para salir adelante está en nuestro interior, porque Él nos lo ha dado. Sólo tenemos que abrir los ojos con fe y hablar con Él. Siempre está ahí, dispuesto a calmar nuestra sed con agua viva, con la que no volveremos a tener sed, porque tendremos el manantial de vida en nuestro interior, que es Él.
Que interesantes palabras, me gusta tu blog!! un beso
ResponderEliminarMás que puzzle, nuestra vida es un rompecabezas y nunca mejor dicho.
ResponderEliminarUn saludo Mª Jesús.